Es bastante común que, al escuchar la conmemoración del 8 de marzo como día internacional de la mujer, nuestro primer impulso como población masculina en la sociedad mexicana es felicitar a las mujeres que forman parte de nuestra vida y entorno más próximo. Las redes sociales se vuelven en escenarios de felicitaciones, cuando la realidad es que se nos presenta una oportunidad para hacer reflexión sobre la reivindicación que ellas hacen.
En un país que en apariencia ha establecido una ruta hacia la equidad de género en todos los ámbitos, es un hecho que la desigualdad sigue estando marcada y presenta todo un reto para aquellos determinados a abonar a una sociedad más humana, empática y solidaria, porque eso es inviable sin los aportes y papel que la mujer como grupo social y desde el individualismo, aporta en su espacio inmediato y mediato.
Los datos son muy claros: mil cuatro víctimas de feminicidio en el año 2021, sumadas a las 2,747 víctimas de homicidio doloso, representan en promedio más de 10 mujeres asesinadas al día. En el aspecto económico presenciamos una situación similar: solo el 43% de las mexicanas en edad de trabajar están en la población económicamente activa, frente al 75.5% de los hombres, de acuerdo a INEGI (2020), y a esto habría que sumarle la brecha salarial que es de 13% de acuerdo al Instituto Mexicano de Competitividad (IMCO).
Dejemos los sesgos de lado aunque eso implique una dificultad mayor, y reconozcamos que hay un gran sector de la población representado por las mujeres que sigue viviendo en condiciones de desigualdad, a partir de un sistema que ha favorecido históricamente al género masculino, sobre todo en nuestro país, y esto abarcas sectores diversos, desde el económico hasta el político, con un recorrido por el educativo, sanitario y de empleos dignos.
Partamos de entender cuáles son las razones de la situación actual en la que se encuentra el país, y aprovechemos esta fecha con una invitación a la reflexión personal, en mi caso, desde la posición que sin duda es de privilegio en la que me encuentro. Hagamos un ejercicio de introspección y reflexionemos cuál es el papel de la mujer en la sociedad, pero sobre todo, cuestionemos nuestra posición en la misma.