Con los programas de vacunación, los próximos meses veremos una política más activa contra el virus. Pero el covid también hará su lucha contra la política...
En junio serán las elecciones más grandes de la historia de México que, aquí, incluyen la de gobernador. Los procesos electorales se verán sin duda afectados por la pandemia.
Eso que llamamos “vida normal” tardará en llegar. En todo caso vendrá para el verano. Al menos eso se calcula en otros países más adelantados que nosotros en cuestión de vacunas.
No todo en política se puede resolver con redes sociales. La búsqueda de firmas y votos requiere de cercanía y de conocimiento de los aspirantes; requiere, por lo menos, de algunas conversaciones y reuniones frente a frente.
Es difícil conocer a alguien que está detrás de un cubrebocas. Tapados, todos nos parecemos. Es difícil escuchar propuestas con voz distorsionada y a más de metro y medio. Y es difícil saber si el candidato o el votante sonríen, ríen, se mofan o se muerden la lengua mientras dicen: “No robaré y lucharé para que nadie lo haga”. O cuando responden: “Sí, cuente con mi voto”.
Sobre todo está el miedo de acercarse a otro humano. Eso se ve ya desde ahora. La recolección de firmas por parte de los aspirantes independientes ha sido mucho más difícil, según comenta Samuel González, quien busca la candidatura a diputado federal por el distrito 6: “Hay que pedirles a las personas que salgan de sus casas, que te entreguen la credencial, que se retiren el cubrebocas...”, dijo. Y lo peor es que junto con eso ha encontrado otros obstáculos, los de la burocracia: “Y después de este esfuerzo titánico que se hace de salir a la calle todos los días, vemos que todavía no está siendo validado”.
La buena noticia es que, a pesar de todo, otros aspirantes locales de su mismo grupo, El Futuro Florece, han podido conseguir firmas suficientes para obtener el registro. A ver si se las aceptan, claro. No hay duda de que el sistema inmunológico de los independientes es más debilucho.