Hay al menos dos puntos en que los alcaldes quejosos de Palacio Nacional tienen razón. El primero es que los municipios pueden ser y deberían ser un factor de equidad y de mejor distribución de la riqueza. Ciertamente los alcaldes no mueven los resortes la economía nacional, pero sí que inciden en la calidad de vida de la población con sus acciones y sus omisiones.
La pobreza de una familia puede no serlo tanto si afuera de su casa hay un buen parque, buenos pavimentos y banquetas, si los servicios públicos funcionan, si hay garantías de seguridad y de transporte.
Si por el contrario, a la pobreza familiar se le añade la pobreza urbana, los alcaldes se convierten en multiplicadores de marginación.
Por eso es importante que los recursos lleguen completos a los municipios, rápido y sin que se tengan que distraer otros recursos solamente para lograr traerse algo.
Entiendo que puede haber corrupción e ineficiencia en la aplicación del dinero municipal; entiendo que no debería suceder y que cualquier mal uso de recursos públicos ha de ser sancionado con toda seriedad, cada vez que pase.
Pero no cuando no haya sucedido. Vaya, de eso a recortar todos los presupuestos municipales... hay un enorme trecho.
Estamos hablando de autoridades que están ahí por el apoyo directo del voto popular. Y este es el segundo punto en el que tienen razón los alcaldes quejosos. La gente votó por ellos igual que por el Presidente de la República, por el gobernador o por los legisladores locales y federales. Ellos representan ciudades y poblaciones.
El hecho de que ellos, los alcaldes, tengan que ir a manifestarse a Palacio Nacional para reclamar por sus presupuestos para el año que viene, o para ser atendidos por el Presidente, ya habla de que las cosas no andan bien.
Y peor aún si los tratan como enemigos de México. Puede ser que haya exageración, de esa que ya es casi natural en la política; puede ser que el gas haya sido poquito y suave, que los alcaldes hayan gritado de más... lo que quieran, pero son los alcaldes en un país de municipios.