Política

La miseria política

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El debate postelectoral, ese infantil pleito sobre quién ganó el 6 de julio, coronado con el reclamo presidencial a los “aspiracionistas”, muestra de nuevo la ya conocida miseria de nuestra clase política.

Pero también muestra algo más serio, en parte consecuencia de esa miseria: la falta de soluciones para el país y el riesgo, a estas alturas importante, de que una buena parte de la población decepcionada no encuentre una salida ante las circunstancias. Hace tres años muchos pensamos que ojalá le fuera bien a López Obrador porque para millones parecían agotarse las opciones.

Y no le está yendo bien. El optimismo, pomposamente llamado esperanza (para mí es el nombre de una querida amiga) que AMLO logró despertar en gran número de mexicanos, no se acompaña, a medio sexenio, de realizaciones mínimamente tranquilizadoras. Las promesas siguen siendo promesas y las acciones, torpezas. La disminución de la violencia, de la impunidad, de la pobreza y falta de oportunidades fue parte de ese optimismo. Es cierto que se atravesó la calamidad del virus, con problemas nuevos y nuevos obstáculos para los problemas viejos. Pero el punto es que no están ni explicadas las veredas que nos llevarán a donde habían apuntado.

Lo más grave es que desde la oposición tampoco: los partidos, sus dirigentes y sus candidatos se han concentrado en los defectos de Morena, en la falta de resultados, en los dichos de AMLO y en sus propias alucinaciones de lo que el Presidente seguramente hará, pensará o dirá. Su atención, al menos en las campañas, se centró en los errores.

La alianza PRI-PAN-PRD funcionó tanto como podía funcionar, como una maniobra. Pero la unión resultante es frágil, por decir lo menos. Los une su silencio frente a los grandes problemas de México. No tienen idea de qué ofrecer a los que perdieron en otros momentos, electores sumergidos en una cueva y decepcionados por gobiernos que no estuvieron a la altura de sus ofrecimientos, que ni siquiera los voltearon a ver. La alianza marchará quizá como un bloque opositor, pero en el momento en que se trate de empezar a construir saldrán las diferencias y las incapacidades hasta hoy evadidas.

Miopía pura, sobre todo ante los problemas que dejaron ellos mismos en 2018. Parece que nada se puede hacer. Como lo ha insistido Cuauhtémoc Cárdenas, no hay un proyecto de nación. A menos que estén pensando algo y no nos hayamos dado cuenta… No hay duda que en sus propios papeles los partidos encontrarán, al menos, ideas para interpretar las realidades actuales. El PRI ha tenido la capacidad de replantearse varias veces y ahora lo necesita más que nunca. Incluso Acción Nacional, asociado a la derecha y al catolicismo, tiene en su historia varios episodios, que hoy podrían ser luminosos, en donde abrevar. A mí no se me puede olvidar, por ejemplo, que el PAN de Adolfo Christlieb Ibarrola y posteriormente de Efraín González Morfín, en los 60 y 70, planteaba una idea solidarista para México en la que el bien común no podía entenderse si no abarcaba el mayor número de personas.

Se fue olvidando. La pobreza política, la falta de ideas y programas de gobierno se instaló ya como uno de los grandes problemas de México. _

Luis Petersen Farah

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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