Hace mucho que el viernes de Dolores dejó de serlo. Hace mucho que la Semana Santa debe su santidad solo a las vacaciones escolares que la acompañan. Pero esta vez el sagrado asueto desapareció. Se queda en casa.
Semana Santa será la tercera semana de vacación forzada. Que no es vacación: llamadas las cosas por su nombre, es el caminito de regreso a casa o la devolución de las criaturitas para que los padres se hagan cargo de que no salgan.
No se puede criticar la decisión, al contrario. Pero hay que hacer mucho más que eso. Si la epidemia a todos nos pesca desprevenidos, a los padres de menores escolares, más. Porque la mayoría de las veces no se dispone de las herramientas o simplemente no se sabe qué hacer con ellos en casa más allá de un fin de semana largo.
En los lugares donde, las pasadas semanas, se ha intentado llevar la escuela a casa, los padres hablan de relaciones complicadas con sus hijos.
Un ejemplo es Nuevo León. Ahí la palabra batallar es muy común para designar las dificultades que puedan enfrentar con algo... y estos días las mamás y los papás la utilizan casi invariablemente en su nuevo papel de maestros. En una serie de conversaciones vía redes sociales con 15 padres y madres salieron observaciones como esta: “Me da pena comentar que batallo mucho con mi hija para que se siente a hacer su tarea”. O como esta: “Con la niña no batallo para que termine sus actividades, al contrario, le gustan; en cambio con el de la secundaria... ese niño no quiere hacer nada”. O esta otra: “Solo quiere jugar y ver tele. Estoy batallando mucho con él. No quiere hacer las tareas que le mandaron. Cuando logro sentarlo dura poco y empieza a distraerse”.
Muy pocos no batallaban. Y todos se aterran al pensar que tendrán a sus hijos en casa también esta semana y otra y otra, ya sea con actividades específicas, ya con puro encierro vacacional.
La autoridad educativa y el sistema escolar podrían ayudar mucho con una escuela virtual de emergencia para papás: distribución de las tareas en casa, actividades en común, juegos o películas que los lleven a procesos de reflexión sobre lo que está pasando adentro y afuera. La epidemia puede ser un buen material educativo, digamos.
