Al Santos le gusta regalar los primeros 45 minutos de los partidos.
Sucedió ante Monterrey, ante Puebla… bueno, ahí regalaron unos 80 minutos.
También ante Chivas y, brutalmente notorio, ante Toluca el sábado pasado.
Me dio pena ajena cuando el gran Juan Dosal comentó en la transmisión: “El Santos nada más está viendo”.
Su comentario dio pie al abrumador dato que presentó la producción de TUDN donde se notificaba el 80% de posesión del Toluca contra el 20% del Santos.
Y sí, el Santos: Gorriarán, Dória, Félix, Hugo Rodríguez (ni su gol lo salva), Ronaldo, Preciado, Brunetta, Aguirre… todos, todos… simplemente veían pasar la pelota o, mejor dicho, veían al Toluca desarrollar un juego atractivo y preciso, por momentos bonito.
Un futbol como aquel que Santos llegó a desplegar con Guillermo Almada.
El creador, le duela a quien le duela, del modelo atractivo más reciente del Santos, fue Almada: ese que privilegiaba la posesión de la pelota y la presión alta. Sin Almada, el Santos ya no juega a eso.
Es más, el Santos ya no tiene un modelo reconocible en su juego.
Tal vez lo tenga en la idea, pero sus futbolistas ya no logran desarrollarlo; parecen niños desorientados y extraviados en un bosque.
Lo peor, dentro de todo lo malo que hubo en Toluca, fue iniciar con línea de 5 o línea de 3 centrales: Dória, Félix y Hugo Rodríguez.
De los tres no se hizo ninguno porque Toluca los trajo como trapo viejo. ¿Por qué los entrenadores piensan que por tener 3 centrales van a defender mejor?
Con Caixinha, que amaba jugar así, quedó en evidencia que en Santos no tiene sentido de existencia la línea de 5.
Solamente hay un equipo en el mundo que, en la década de los 90, supo privilegiar y hacer efectiva esa formación: Italia.
Y paremos de contar. Italia siempre, o casi siempre, ha tenido a los futbolistas idóneos para jugar así. El Santos no los tiene.
Antes del partido, el Instagram del Club Santos publicó un video donde Gorriarán está haciendo una arenga motivacional a todos sus compañeros, reunidos en círculo, donde inclusive les dice que “tenemos que ser campeones”… pues bien… métanse a leer la avalancha de comentarios de la afición (pensante) en esa publicación tras el final del partido.
El Santos está ante la hora de la verdad, de su verdad, y ante la inmensa sala de juicio en la que habrá de transformarse el TSM el próximo domingo cuando venga el Atlas.
Si no se gana ese día…