Lamentablemente, como bien lo precisa Sami Naïr, politólogo, especialista en geopolítica y migraciones en Medio Oriente:
“hoy contemplamos el espectáculo de dirigentes con poderes absolutos que coinciden en el tiempo, y que detentan en sus manos la humanidad indefensa como terreno de experimentación de sus cálculos delirantes y sangrientos. ¿Quién pensaba que los Hitler, los Stalin, eran irrepetibles?” (El País: 21-06-2025)
Con la careta de esos cadáveres resucitados aparecen Donald Trump, Benjamin Netanyahu y Vladimir Putin y de manera discreta, silenciosa, fría y calculadora: el mandatario chino, Xi Yingpin con uno o dos pasos delante de sus colegas.
Los cuatro enmascarados están sentados en una mesa redonda.
Cada uno tiene un cartelón que cuelga de su cuello: el de Trump dice: “tengo 5 mil 277 cabezas nucleares para hacer Ámérica Grande -en el mundo- Otra Vez”.
Netanyahu, mira los ojos de Donald, y envalentonado comenta: “cuento con 75 a 400 ojivas nucleares y la plataforma tecnológica y estratégica para asegurar nuestro poderío militar en el Medio Oriente”.
Putin mira al vacío -con la máscara de Stalin mal puesta- y dice con voz atronadora: “me los chingué, yo traigo bajo el brazo 5 mil 889 cabezas nucleares”.
Xi Yingpin, con su máscara de Mao Tse Tung bien puesta, precisa: “traigo 600 ojivas nucleares y me vale madre lo que ustedes traigan (y piensa: más temprano que tarde me los voy a chingar)”.
La poesía (de César Vallejo (1892-1938):
Uno: “Hay golpes en la vida, tan fuertes… ¡Yo no sé! Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos, la resaca de todo lo sufrido se empozara en el alma… ¡Yo no sé!”
Dos: “Al fin de la batalla, y muerto el combatiente, vino hacia él un hombre y le dijo: “¡No mueras, te amo tanto!” Pero el cadáver, ¡ay!, siguió muriendo. [...] Le rodearon millones de individuos con un ruego común: “¡Quédate hermano!” Y el cadáver, emocionado, se incorporó lentamente… Abrazó al primer hombre; echóse a andar”.