Eran las 10:20 am del domingo pasado: caminaba rumbo a la Junta Local del INE en el Centro Metropolitano de Saltillo.
Tomé 15 minutos para estacionarme. Decenas de vehículos -de gama alta y media, como sus dueños- ocupaban las avenidas aledañas. Los Onapafos brillaron por su ausencia.
Algunas personas llevaban banderas o cartulinas hechas en casa con la consigna: “al INE no se le Toca”. Otras, la bandera de México. Caminábamos rápido.
Llegué. La canción de Diego Torres, “Color Esperanza” animaba el lugar.
El presidium donde hablarían los oradores estaba en un embudo inaccesible para la mayoría de los asistentes quienes permanecían desperdigados por toda el área.
La mayoría eran personas mayores de 35-40 años. Había jóvenes también, pero pocos.
Niños muchos con sus papás. Y cómo ocurre, cuando hay crisis y se requiere de un espíritu férreo para superarlas: la mayoría eran mujeres.
El sello de los asistentes era, mayormente, de clase media y alta, con marcadas excepciones.
Un conocido, preocupado, me dijo: “¿dónde están los funcionarios públicos del gobierno estatal y los militantes de los distintos sectores del PRI?”
A las 11 am había, al menos, 2 mil 500 personas. El primer orador realizó una lectura que duró 18 minutos; soporífera y aburrida.
La fuerza de las bocinas sólo alcanzaba los asistentes de los primeros 10 metros del presidium.
Empero, la efervescencia de la gente nunca bajó. Estaba por encima de la calidad del discurso inicial y las fallas técnicas del evento.
Un nutrido grupo coreaba: “Saltillo se siente. El INE está presente”.
Mientras otro, gritaba: “López Obrador eres un traidor”.
De ahí en adelante, los oradores y los discursos mejoraron de manera notable.
Eran las 11:50 pm. Había ya, como 3 mil personas. Las filas para firmar una iniciativa en defensa del INE eran interminables. En ese momento, los asistentes entonaron el Himno Nacional. El evento terminó.
México está en riesgo. Sí cae el INE, seguirá la instalación de un régimen autoritario en nuestro país. Cantemos el Himno, pues, y actuemos. No hay más.
Nota: El autor es Director General del ICAI. Sus puntos de vista no representan los de la institución.
