¿Cuál será más importante?
La política, en un buen sentido aristotélico, es el arte-ciencia de servir a los demás y bien hecha produce un efecto transitorio, de acuerdo a aquél o a aquellos que poseen la presencia política a través de la administración pública.
Las elecciones tienen menos importancia porque todo lo que generan, hablando en términos simples, son personajes con todos sus defectos y sus virtudes, y desgraciadamente, en países como el nuestro, no siempre se escoge al mejor preparado, sino al que tiene el seguimiento del poder previo, generándose una política de Estado permanente, como ocurrió en la República Mexicana durante más de 70 años.
Además y si observamos bien, con algunas excepciones, no han sido los mejores personajes los que gobernaron, utilizando la política, a nuestro país, pues todos tenían defectos y virtudes, y algunos tenían muchas virtudes como Lázaro Cárdenas, y otros tenían algunos defectos económicos, como Echeverría o López Portillo, pero todos eran seres humanos que se equivocaron muy frecuentemente en el arte-ciencia de ejercer la política a través del poder de las decisiones de una persona, la que siempre tenía en su interior más defectos que virtudes.
Los libros de texto, a diferencia, son permanentes porque representan la educación de un país, y si se utilizan bien generan ciencia o arte, conocimientos, tecnología, progreso, desarrollo industrial, y le dan prioridad a lo verdaderamente valioso. Esta fórmula del saber es permanente, útil y precisa, pero cuando es mal empleada afecta a aquellos que no pueden defenderse: los niños.
Por todo lo anterior la educación es más importante que las elecciones y la política, y se ha documentado muy bien, sobre todo en países nórdicos, en Estados Unidos, y en los países orientales, que si hay una buena raíz educativa, se generan patentes, ciencia, se aprovecha la tecnología de la comunicación y, en fin, se produce una mejor vida.
De ahí la importancia de los libros de texto y por eso el Gobierno federal no tiene la brújula bien enfocada, porque cree que la diferencia, en cuanto a la elaboración y distribución de los libros de texto, es política, y la verdad es que es mucho más importante el conocimiento y el poder del saber, que el poder de personas que, con muchos defectos, gobiernan por un tiempo parcial, mientras que el conocimiento es permanente y está bien documentado, reitero, que mucho saber da mucho progreso.
Esta ecuación, si así puede llamarse, no está existiendo actualmente en nuestro país, porque la política, el poder, un partido único y sobre todo una tendencia comunista a la hegemonía y a la omnipresencia de un Presidente, que si bien tiene algunas buenas ideas, los resultados reales, en términos de internacionalización y de desarrollo de la educación para el saber científico, son muy pobres.
Descartes: Pienso, luego existo… No hay ninguna dificultad en posicionar, axiológicamente, al conocimiento, la educación y los libros, sobre la política y las elecciones, pues estas últimas enseñan todos nuestros defectos y nuestras pobres virtudes. De todo lo anterior tenemos muchos ejemplos de algunos estados de la República, a los que la ignorancia les impide pensar bien en las elecciones y eso produciría un país totalmente ajeno a la modernidad y al nuevo mundo que vivimos.