Política

La silla de Vasconcelos está vacía

Programa ideológico, no científico.

Era famosa la silla que ocupó José Vasconcelos, quien fue el gestor de la Secretaría de Educación Pública y gran intelectual mexicano, escritor, político y humanista. Ese inmueble lo han ocupado destacados mexicanos, como Jaime Torres Bodet, Agustín Yáñez, Bravo Ahuja, Fernando Solana, Porfirio Muñoz Ledo, Ernesto Zedillo y hasta el mismísimo político eterno: Manuel Bartlett.

Todos ellos tenían una formación extraordinaria, posgrados; academia y respeto, aun por sus contrincantes más complejos, como los sindicatos, y en particular la CNTE, que luchó desde el sureste, en el gremio laboral, para defender a veces la razón de la sinrazón.

Esa secretaría nunca había sido ocupada por la ignorancia. Y aunque Esteban Moctezuma tenía experiencia política y servil en una empresa privada, era un hombre con conocimientos, ahora ocupando la embajada en Estados Unidos.

Pero después, la secretaría cayó en el vacío, en la ignominia y arrastró el más sagrado de los valores de un Estado: la educación, que alimenta el conocimiento, la ciencia, los valores humanos y sobre todo les da a los alumnos la capacidad técnica para ingresar al mundo de la productividad, sin olvidar los valores históricos y humanos que siempre han perdurado en los libros de texto, hechos y revisados por expertos.

Ahora llegó el fantasma de la política de la amistad, en lugar del saber y se ubica primero a una ex política del Estado de México, que ha sido candidata a la gubernatura y perdió, y repite en la actualidad, y ahora a una mujer que tiene 20 años alejada del mundo de la educación y desarrollando su trabajo al lado del actual Presidente, en el área de servicios a la ciudadanía y atención a las solicitudes de audiencia.

Esta decisión se da en un país en que perdieron la educación 1.3 millones de estudiantes, que con la pandemia se fueron de las escuelas y que tiene 250 mil escuelas que no cumplen los mínimos requisitos para enseñar; además sufre un 13% de pérdida de alumnos que se alejan de la educación media y superior.

No hablemos de las universidades y menos de aquellas hechas al calor de la política, con el nombre de Benito Juárez y que tienen maestros, en muchas partes del país, con antecedentes de ignorancia en su formación y con incapacidad para hacer que nuestros niños y jóvenes aprendan a leer y a comprender; a contar y a pensar; a usar el nuevo método de la cibernética para su beneficio. Y también que sepan leer el inglés, para que entren al mundo de la internacionalización y puedan con esos instrumentos incorporarse al desarrollo de la informática, robótica, tecnologías modernas y sobre todo capacidad de encontrar trabajo en las áreas productivas.

Todo esto sin olvidar los valores y el humanismo que predicó Alfonso Reyes, cuya Cartilla Moral distribuyó este régimen, pero nadie la lee y no inspiró a los actuales libros de texto, si así se les puede llamar, que son verdaderos libros ideológicos para, en forma fantasmagórica, tratar de cambiar el ideario de nuestro país, que tiene una profunda cultura, que es nuestra única ventaja.

Yo, que he estado en el mundo de la educación muchos años, veo con tristeza la destrucción de enormes esfuerzos que ha hecho el país para tener un mínimo del saber, infiltrado en la ciencia y en la cultura, para poder vivir en un Estado moderno, no en el saltatrás que ejemplifica el nombramiento de esta dama, cuyo único mérito es ser amiga del Presidente.

Descartes: Pienso, luego existo… Otra tristeza más en un tema fundamental al que hay que dar prioridad, pues ahora prefieren la amistad al saber.

Luis Eugenio Todd


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