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No se debe congelar el precio de la gasolina

Aunque muchas de las posturas de López Obrador han sido públicas por varios años, ahora que son altas las probabilidades de que sea el próximo presidente de México se vuelve urgente considerar sus consecuencias.

El precio de la gasolina ha sido uno de sus blancos favoritos. López Obrador ha criticado de manera recurrente lo que percibe como gasolina injustificadamente cara, y la semana pasada propuso congelar su precio durante tres años.

Existe un escenario en el que su propuesta sería positiva y este consiste en que el precio del petróleo disminuya en ese periodo. Bajo este supuesto, mantener el precio de la gasolina constante aportaría importantes recursos al gobierno que podrían utilizarse para financiar programas sociales, por ejemplo.

El problema surge en el caso de que el precio del petróleo suba. Bajo este supuesto, la única manera de mantener el precio de la gasolina constante sería con subsidios públicos. Evidentemente, la medida sería muy popular con los automovilistas —por eso la está proponiendo López Obrador—, pero representaría un duro golpe a las finanzas del gobierno.

Esta redistribución de riqueza —beneficiar a quienes están relativamente mejor (los automovilistas) a expensas de quienes podrían recibir los recursos que se destinarían al subsidio (los más pobres)— me parece inconsistente con la manera en que López Obrador se ha vendido a la ciudadanía.

Los demás candidatos a la Presidencia han reprobado con mucha razón la propuesta; sin embargo, es inevitable percibir un toque de hipocresía tomando en cuenta que tanto en el gobierno de Calderón como en el de Peña se destinaron cientos de miles de millones de pesos para subsidiar la gasolina. Pero, por fortuna, desde el año pasado el precio se dejó de controlar y se mueve más de la mano del mercado. Sería una pena echar para abajo este importante logro.

López Obrador no se conformó con prometer evitar los llamados gasolinazos y ofreció reducir el precio a partir del tercer año. Su razonamiento es que para entonces ya estarán terminadas las refinerías que quiere construir. Se equivoca. Además de que invertir en refinerías es poco rentable y de que seguramente construirlas tomaría más tiempo del estimado, la premisa de fondo es falsa. La refinación es solo un pequeño componente del precio final de la gasolina. El factor determinante es el precio del petróleo, el cual se mueve conforme al mercado.

No es imposible que el precio del petróleo baje en los próximos años y que la apuesta de López Obrador, de implementarse, sea redituable. Sin embargo, me parece un grave error apostarle a la suerte más que al sentido común.

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Julio Serrano Espinosa
  • Julio Serrano Espinosa
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  • Presidente del Centro de Estudios Espinosa Yglesias
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