Los nuevos libros de texto han acaparado la atención mediática por varias semanas. Lo entiendo, es un tema de suma importancia y merece escrutinio (escribí al respecto hace un par de semanas en este espacio), pero me preocupa que otros asuntos educativos que ameritan incluso más atención por sus consecuencias estén quedando marginados. En particular debemos evaluar cómo incorporar la inteligencia artificial (IA) a la educación lo antes posible.
Me cuesta trabajo pensar en algo más trascendental que esté ocurriendo hoy en el mundo que el avance de la IA. Herramientas como ChatGPT tienen el potencial de transformar prácticamente todas las profesiones. Enseñarles a los alumnos cómo sacarles el mayor provecho posible debe ser la prioridad de cualquier sistema educativo, incluido, por supuesto, el de México.
La reacción inicial en el mundo educativo fue rechazar la nueva tecnología. Distritos que alojan a millones de alumnos, como los de California y Nueva York, prohibieron su uso en un inicio. El miedo de los maestros era (y sigue siendo) que los estudiantes utilicen ChatGPT para hacer trampa, pidiéndole, por ejemplo, que escriba ensayos o resuelva problemas de tarea. Otra preocupación era (y es) la confiabilidad de la información que generan estos chatbots, ya que en ocasiones es incorrecta o muestra ciertos sesgos ofensivos.
Pero esta postura está cambiando. En lugar de pelear contra la inteligencia artificial en las escuelas, ahora muchos sistemas educativos la están acogiendo. Qué bueno, yo coincido plenamente con este enfoque. Ir contra la tecnología ha demostrado una y otra vez ser una causa perdida. En el caso de ChatGPT, por ejemplo, las escuelas que según lo prohibieron no tuvieron éxito. Los alumnos se las ingeniaban para usarlo, en particular los de más posibilidades económicas.
La propia Unesco ha recomendado maneras de aprovechar la IA en la educación. Algunas de sus propuestas son utilizarla para expresar de distintas maneras una idea para después dejar al alumno que seleccione la más adecuada y pedirle que funja como oponente en un debate para encontrar distintos ángulos de un argumento. También propone maneras para que los maestros le saquen provecho pidiéndole a ChatGPT, por ejemplo, que genere una guía de estudio y preguntas para un examen.
Nos guste o no, los alumnos utilizarán IA en la escuela. Mejor asumir esta realidad y modificar el sistema educativo para que lo hagan bajo la guía y supervisión de los maestros. Es cierto, se requerirán cambios de fondo (por ejemplo, en lugar de dejar de tarea resumir un libro —algo que puede hacer fácilmente ChatGPT—, habrá que discutirlo en clase), pero no hay de otra.
No será fácil enseñar a los mexicanos a aprovechar al máximo ChatGPT. Para empezar, habrá que capacitar a los maestros, pero es indispensable. El mundo sufrirá un cambio profundo a raíz de esta tecnología. Más nos vale capacitar a nuestros hijos para que estén preparados.