Negocios

Lecciones del colapso de Credit Suisse

Para un banco del prestigio y la historia de Credit Suisse, su final fue poco decoroso. Las autoridades suizas lo forzaron, el fin de semana pasado, a un matrimonio con UBS, su acérrimo rival. Los términos fueron bastante leoninos para Credit Suisse y, aún así, UBS no quería comprometerse. El gobierno suizo tuvo que ofrecerle una serie de garantías y apoyos monetarios para que dijera que sí.

La caída de Credit Suisse fue lenta y después rápida. El banco llevaba varios años de pobre desempeño. A diferencia de UBS, no se enfocó en el negocio de banca privada después de la crisis financiera de 2008 y prefirió empujar su banco de inversión. Esta decisión le costó caro. Además, en los últimos años se vio envuelto en una serie de escándalos que afectaron su reputación.

Con todos sus problemas, parecía hasta hace poco estar lejos de una quiebra. Sus razones financieras eran sólidas. Su capital contable tangible era de 45 mil millones de dólares al momento que lo intervinieron las autoridades suizas. ¿Qué pasó? La respuesta corta es que sus clientes le perdieron confianza.  

Una de las lecciones más relevantes del colapso de Credit Suisse es que la banca digital puede ser un riesgo. Todos conocemos sus virtudes. En nuestros smartphones tenemos los servicios completos de una sucursal bancaria a nuestra disposición. Basta apretar pocas teclas para hacer pagos o transferir fondos. Pero estas facilidades tienen su lado oscuro: los clientes solo requieren de unos minutos para retirar su dinero si sienten que su banco no es sólido.

Otra lección es que las redes sociales tienen la capacidad de magnificar cualquier rumor (con o sin sustento). Su capacidad de provocar un comportamiento de rebaño hace que una acusación (real o falsa) se pueda esparcir como pólvora y culmine en pánico.

Cuando la confianza se pierde, los rumores se propagan, y los clientes tienen la facilidad de sacar su dinero, con un clic cualquier institución financiera puede quebrar. Esto le ocurrió a Silicon Valley Bank (SVB) hace 13 días y ahora a Credit Suisse. La semana pasada, el miedo hizo que los clientes del banco suizo retiraran un promedio de 10 mil millones de dólares al día. Ante eso era cuestión de tiempo para que se volviera ilíquido el banco.

Tampoco le ayudó a estos bancos los errores de comunicación que cometieron. Pocos días antes de quebrar, el director general de SVB pidió a los inversionistas “mantener la calma” (obviamente se interpretó al revés) y el principal accionista de Credit Suisse declaró que “absolutamente no” estaba dispuesto a apoyar al banco en caso de requerir más capital. Y aquí yace la última lección: en el entorno actual, la comunicación de los bancos (y cualquier empresa) con el público se vuelve clave. Perder el control de la narrativa trae severas consecuencias. Solo pregunte a los accionistas de Credit Suisse.


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Julio Serrano Espinosa
  • Julio Serrano Espinosa
  • [email protected]
  • Presidente del Centro de Estudios Espinosa Yglesias
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