A medida que se acerca el día de la elección y una vez realizado el tercer debate que parecía una pequeña tabla de salvación para la oposición, parece que las oportunidades de lograr la voluntad ciudadana mayoritaria se alejan de la coalición opositora que encabeza Xóchitl Gálvez.
Así que ahora muchos de los grupos que la apoyan como cabeza visible de la oposición formal, sumada con aquella que encabeza el poder real, intentan por todos los medios posibles, inclusive aquellos violentos, que quizá se acentuarán en algunas zonas del país. Como común denominador tratan de imponer los grupos de presión política para intentar, según ellos, anular las elecciones del 2 de junio.
Por otro lado vemos desplegados como el publicado por los integrantes de la comunidad cultural a favor de Xóchitl Gálvez, publicación que pretende justificarse señalando que los que firman ese manifiesto “tienen diferentes puntos de vista políticos e ideológicos y por ello han decidido manifestarse públicamente debido a que el gobierno de López Obrador y su partido pretenden extender la deriva autoritaria durante el próximo sexenio”.
Esto, dicen “significa una grave amenaza para la democracia, pues ello implica la continuidad de la corrupción política y una creciente inseguridad que ha dejado buena parte del país a merced del crimen organizado, que el peligro de una regresión autoritaria ha ocasionado que fuerzas políticas y partidos de diferente orientación se hayan unido para defender la democracia”. Por coincidencia son los mismos partidos que encabezaron la dictadura perfecta.
Y acompañan el escrito un grupo de firmas que algunos periodistas han denominado como un grupo de intelectuales, pero cuando uno revisa las firmas no encuentra a los intelectuales, sino los nombres de siempre asociados a intereses económicos y políticos, alejados de los intereses de las grandes mayorías del país.
No podrían ser intelectuales pues estos no tienen facción política, porque eso representaría un compromiso que sesgaría su actividad para dedicarse a justificar el régimen de dominación, cuando el único compromiso de los intelectuales debe ser con la verdad.
Recordemos lo que decía Octavio Paz, cuando en una cena con el presidente Salinas éste le preguntó si un intelectual podía meterse a político, él dijo categóricamente que no, porque cuando un intelectual se mete a la política deja de serlo y lo único que podría ser es un ideólogo.