Política

AMLO, el general, la prensa y la ira…

  • Doble fondo
  • AMLO, el general, la prensa y la ira…
  • Juan Pablo Becerra-Acosta

Escuchar audio
00:00 / 00:00
audio-waveform
volumen-full volumen-medium volumen-low volumen-mute
Escuchar audio
00:00 / 00:00

Percibo al Presidente de la República muy enojado. Por instantes, lo veo frustrado. Ahí están los videos de sus mañaneras de la semana pasada y de algunos discursos recientes. También lo que ha posteado en redes sociales. Me recuerda a Vicente Fox cuando, extraviado, arremetía contra la prensa crítica, contra aquello que, en arrebato verbal y político, denominó como “el círculo rojo”.

El Presidente también me recuerda a Enrique Peña Nieto, quien desde el inicio de su sexenio mandó a varios de sus principales colaboradores para que sometieran a “la prensa hostil”, como le llamaron a los periodistas críticos.

El Presidente me recuerda a su némesis, a Carlos Salinas de Gortari, que en arranques de hígado embistió contra periodistas que no pudo hechizar, aquellos que se negaron a ser sus exégetas, lo mismo que emprendió el muy gris y rencoroso Ernesto Zedillo.

El Presidente me hace evocar a Donald Trump y sus ataques contra la prensa, a la que llena de epítetos un día sí y otro también.

Entiendo que el Presidente esté molesto contra periodistas que, retomando libelos de columnistas, le espetaron que si recibió dinero de Ovidio Guzmán, pero también debería enojarse con sus zalameros y fans que amenazan y agreden a reporteros honestos.

Comprendo que el Presidente esté indignado por las ínfulas de un general en retiro que hoy reaparece como incendiario (el general Carlos Demetrio Gaytán Ochoa, subsecretario de la Defensa y jefe del Estado Mayor de la Defensa Nacional con Calderón, aval de la guerra contra el narco), que perora con tufos amenazantes, por no decir golpistas (mi bisabuelo Luciano fue militar, combatió gringos en el Castillo de Chapultepec, y la incitación a la deslealtad que recién hizo Gaytán Ochoa es reprobable, según me inculcaron); pero fundamentalmente Andrés Manuel López Obrador ha sido víctima de sus propios errores y de las pifias de algunos de sus subordinados, como Alfonso Durazo.

El Presidente, ante la crítica, ha caído en la trampa de sus adversarios: la provocación. Nublado su temperamento, olvidó lo que repetía siempre, aquello de que se puede tener el corazón caliente, pero hay que mantener la cabeza fría. La gente provocadora siempre busca sacar de quicio al otro magnificando hechos, distorsionándolos, o presentándolos de manera tendenciosa, y… el Presidente cayó.

Como político (vaya, como persona) es difícil permanecer impertérrito ante las duras críticas cotidianas, pero el gobierno de las emociones es lo que conduce a la templanza, requisito para que un gobernante se convierta en estadista y trascienda. La semana pasada, como ya le había ocurrido otras veces en estos 11 meses, el Presidente no supo controlarse: perdió la calma y se enojó con varios periodistas. Mal. Es la consecuencia de tanta exposición mediática. Y como no va espaciar sus apariciones ante los medios, debería meditar más lo que dice: si lo que vas a decir no es mejor que el silencio, abstente, recomiendan quienes saben de estos menesteres emocionales.

La iracundia, procedente de la provocación de otro, es la derrota contundente de uno mismo. El Presidente se ha metido en ese laberinto en el que todos podemos caer, pero ante el cual él no debe sucumbir. Cuidado: sin serenidad, todo puede volverse ominoso…

[email protected]
@jpbecerraacosta

Google news logo
Síguenos en
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.