Mi teléfono sonó y sin reconocer el número que aparecía en la pantalla accedí a contestar la llamada, por un lado porque me preocupaba que fuera una emergencia y, por otra parte, porque estaba en calidad de almohada.
- Buenos días, ¿hablo con el señor Juan Manuel Portillo?- inquirió una voz joven.
- Juan Miguel -corregí-. A sus órdenes.
- Gracias señor Juan Manuel, le habla su servidor Iván Algarrobo del Grupo Financiero Banmex para darle una excelente noticia. En reconocimiento a las excelentes referencias bancarias que tenemos de usted en nuestro sistema, Banmex le ofrece una tarjeta de crédito totalmente preaprobada para que goce de los magníficos beneficios que tenemos en exclusiva para clientes preferentes como usted. ¿En cuál sucursal quiere recoger su tarjeta?- me dijo la voz en un tono tan leído como El Quijote.
- A ver, a ver. Si tienen tan buenas referencias mías deberían por lo menos saber que mi nombre no es Juan Manuel, sino Juan Miguel.
- Usted disculpe, pero en mi sistema me aparece solo como Juan M y yo supuse que…
- En segundo lugar, me parece muy mala idea que me llamen en sábado a las 8 de la mañana. Anoche me desvelé hasta altas horas de la madrugada, trabajando claro, y me duele la cabeza. Además no tengo por qué estarle contando estas cosas.
- Lo entiendo señor… ¿José Miguel me dijo?, pero dígame, ¿quiere pasar a alguna sucursal por su tarjeta o prefiere que se la enviemos a su domicilio? Todo esto en atención al excelente comportamiento crediticio que nos arroja el sistema-, prosiguió la voz apegándose a su script al pie de la letra.
- Caballero, ¿su sistema no le arroja también que ya tengo una tarjeta de su banco y que no necesito otra?
- Ah, ya tiene una. Pero la tarjeta que yo le ofrezco le regala la comisión anual por el primer año.
- No me interesa el cobro de la comisión ni regalada.
- ¿Me podría decir la razón por la que no quiere tomar esta oportunidad única, señor… José Manuel?
- Ya se lo dije, porque ya tengo una tarjeta de crédito de ustedes y no me hace falta una más. ¡Además odio que me llamen los sábados a las ocho de la mañana y que me digan José Manuel, carajo!
No sé si a ustedes les ha sucedido algo como lo narrado pero a mí sí. Lo más inverosímil es que llamadas como ésas las puedo recibir varias veces al día y -el colmo- del mismo banco.
De la misma forma soy acechado y abordado de desarrollos turísticos para extenderme una atenta y exclusiva invitación a un coctel-
presentación a efecto de pasar a recoger un certificado de regalo para vacacionar tres días y dos noches en alguno de sus hoteles sin costo alguno.
El único costo que hay que pagar es sufrir e intentar sobrevivir estoicamente a la charla en donde me querrán hacer manita de puerco para adquirir uno de sus planes vacacionales. Claro está que esta invitación es exclusiva solo para mí… y otros chorro mil incautos.
Hace tiempo que registré mis números telefónicos en el REPEP (Registro Público para Evitar Publicidad), un servicio de Profeco, pero esto solo parece que funcionó por un tiempo porque las llamadas han vuelto a irrumpir en mis momentos de trabajo, ocio y descanso.
He entrado de nuevo a la página del mencionado REPEP y aparecen mis números con el status de “activos” y efectivamente, han estado muy activos, pero con el spam telefónico. También llamé a los números que ahí aparecen pero no contestan o no funcionan.
Esta vez me registraré en el AVSYMPYDDJ (A Ver Si Ya Me Pelan Y Dejan De Molestar).
@jmportillo