La efemérides de este 12 de octubre, del descubrimiento o encuentro de un nuevo continente en 1492, por Cristóbal Colón (quien buscaba otra ruta a las Indias-que había pisado Alejandro Magno-menos riesgosa que los pasos controlados por musulmanes), fue rehén de ignorantes que lo llamaron “genocida”, y de un maniqueísmo estúpido: “los pueblos originarios eran todo bondad; los conquistadores y evangelizadores solo maldad”. La realidad no era ni es así: solo en blanco, nosotros, y en negro, los otros. Historia y otras ciencias son expulsadas para dar paso a prejuicios, complejos, mediocridad, e ideologías sustentadas no en los hechos, sino en cómo alguien imagina o quiere que estos fueran. Anteojeras con disfraz antiespañol, hoy nos conducen. Incapaces de entender lo trascendente del hecho: fue hasta entonces que se supo, de uno y otro lado del Atlántico, y luego al Pacífico, de la existencia de “los otros” pueblos, y que empezamos a adquirir idea del globo terráqueo, ese común espacio vital de la humanidad. España y México no eran aún. Desde que somos especie humana -hoy llamamos África a ese punto de partida-, las migraciones de personas han sido imparables, como los descubrimientos y redescubrimientos, encuentros y conquistas.
Hay una realidad continental -geográfica, histórica, económica, política, y sobre todo cultural- que nos ubica entre los países occidentales, no entre los orientales, a partir de 1492. De entrada: hoy490 millones de personas hablan español como lengua nativa, siendo en esta modalidad la segunda lengua más hablada del mundo tras el chino mandarín. Es México el que encabeza el número de hablantes nativos, seguido de Colombia, Argentina y España, en ese orden. Y Estados Unidos es el 5º, y el 1º en número de hablantes nativos de español donde esta lengua no es oficial, con más de 41 millones de hablantes; más otros 8 millones de estudiantes del español. Va para ser 3º.Lengua romance de raíz indoeuropea. Nos llamamos y apellidamos en español más del 90% de los mexicanos; como mayor parte continental. Pensamos en español, más rico y versátil que el inglés. Frente al “I love you”, nuestras múltiples expresiones equivalentes son mayores, según respetos o calenturas; como las relativas a conjugar con derivaciones de “madre” o “chingón” y el verbo “chingar”, que Octavio Paz y otros analizaron.
Por supuesto hay mucho más en las profundidades, en el océano de nuestro ser nacional y continental, como la evangelización. Estudioso del Derecho que soy, sé que el nuestro pertenece a la familia jurídica romano-germánico-canónica, también vía España. Las fuentes insustituibles de la juridicidad, el soporte de validez de la norma jurídica y los valores capaces de cimentar el orden interno y el internacional (justicia, bien común, seguridad, consenso ético, entre otros) son entendibles y comunicables, desde las matrices griega, romana y cristiana de Occidente. Éste también enriquecido en palabras, frutos, especies, y no solo oro y plata. De costumbres de pueblos originarios no nos deshacemos: la venta de niñas para matrimonio, la exclusión de cargos públicos y otras discriminaciones brutales a mujeres en sur del país. De ingredientes originales del pozole azteca no hablemos. Conozcamos las fuentes de la substancia vital de Occidente, con sus aciertos y desaciertos en cada época. La globalización que en ámbitos mediáticos, científicos, tecnológicos, económicos o deportivos se cultiva, hace prevalecer cada día más el sentido de pertenencia al género humano, por arriba del sentido de pertenencia a una nación, raza, religión, sexo, clase social; y relativiza y hasta anula fronteras artificiales, y da paso al gran círculo multicultural.
Soy mestizo. La abuela paterna de mi padre era indígena. Este ADN compartido con la mayoría nos hace pueblos mestizos, como los más de América. Desprendámonos de complejos, y reconozcámonos como somos. Yo me llamo y apellido en español. Canto, amo, rezo y me bendicen en la lengua de Cervantes, no en la lengua de la bisabuela. ¡Soy mexicano!¡Americano!¡Y pertenezco al género humano!
Juan Miguel Alcántara