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Jorge Vergara

Este personaje fue distinguido, rechazado, odiado, diferente. 

Tuvo la osadía de aparecer en un mundo desconocido para él, el futbol, y supo levantar incomodidades, emociones positivas y negativas. 

Destacó por cualquier lado que se le quiera observar, generando envidias, apoyando, dando soluciones, gestionando ciertos disturbios, regenerando al equipo que adquirió, regresándole colorido, campeonatos, nueva trayectoria, otra casa lujosa y distinción. 

Imposible ignorarlo porque siempre estuvo presente hasta que su enfermedad lo separó del escenario.

Su capacidad de empresario lo empujó a dar la cara por todos. ¿Cómo, cuándo? 

En noviembre del 2013 la Selección Mexicana había ofrecido pésimos resultados en la eliminatoria rumbo al mundial de Brasil y a nombre de todos le “puso el pecho a las balas” para pronto llegar a un acuerdo nacional. 

Sería el América, con entrenador y directivo, los que tomarían el mando de la misión para resolver dos partidos, que resultaron fáciles de superar, y acceder a dicho mundial. 

Su expresión típica en aquella ocasión fue: “Me la tengo que tragar” haciendo alusión a que era su rival acérrimo el responsable de sacar adelante la encomienda, a nombre de todos. El futbol mexicano estaba en riesgo de no asistir.

Este gesto de apoyo, en apariencia obligado, fue responsable porque tomó el segundo mando, el de la aprobación de la idea que bien pudo ser más complicada que haber ganado son sencillez el par de partidos, cuyo fruto fue haber acudido al mundial. 

En esa ocasión nos mostró su lado más gentil y cuerdo ya que el apuro solicitaba pronta respuesta. 

La unidad se mostró como rasgo sensible de cooperación. Asombró ese gesto porque lo conocíamos más combativo que unificador. Su inteligencia y sentido común se pusieron al servicio del gremio en conflicto. 

En ese momento y trance, no fue fácil haber aceptado la superioridad del América, que existía a todas luces.

Describir algo más a fondo de un recién fallecido es complicado porque el personaje tuvo sus distintos detalles de asombro, encono, solidaridad, éxito y sobresaltos. 

No pasó desapercibido. El futbol le otorgó el carisma de ser popular, a la buena o a la mala. 

Queda siempre la enorme duda que se traduce en pregunta. ¿Habría desaparecido la empresa Club Guadalajara si Jorge Vergara no la hubiera comprado? 

La más lógica respuesta es afirmativa porque si bien, existían interesados sin suficiente dinero, lo que más exhibían eran reclamos, no tanto soluciones. 

El país futbolero, prensa, afición, rivales y seguidores no queríamos la extinción porque su cariño y arraigo es enorme. 

Probablemente ese fue el primer o más grande legado que dejó Jorge Vergara. 

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Juan Gómez Junco
  • Juan Gómez Junco
  • [email protected]
  • Columnista desde 1988 en La Opinión...(hoy La Afición). Egresado del Tec de Monterrey en 1974, Licenciado en Administración de Empresas.
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