Política

Futbol Transformer

Es triste el tener que apelar a la aritmética, hacer cuentas con los dedos, dibujar escenarios posibles en el arrugado papel en el que estuvieron envueltos nuestros sueños, sueños de bazuco o peyote. Animarse a suponer que perderá el que nos ganó y nosotros venceremos al que venció a aquel y, luego, rezar porque el equipo contra el que ni perdimos ni ganamos siga en las mismas, es decir, que no pierda y que tampoco gane, y así llegaremos a la tierra prometida de la siguiente ronda y, después de ésta podríamos incluso, si es que los astros se alinean, aspirar a… Despierta ya es hora de enfrentar la realidad.

Mientras tecleo estas líneas, un genio mediático (de los medios tradicionales, es preciso aclarar) arma un escenario extraño, en el que las tarjetas amarillas y rojas dirán quién vuelve a casa y quién se queda en Oriente Medio; entonces, el citado genio plantea un escenario en el que un imaginario jugador polaco enloquece dentro de la cancha y es expulsado, tarjeta roja mediante, y ¡saz! Estamos en la siguiente ronda.

Es la primera vez en mi atolondrada vida en la que miro dos juegos en la misma pantalla, partida en dos. En un lado del dispositivo miraba a México dar su mejor juego en muchos años; en el otro, veía a la albiceleste (que no termina de convencerme) hacer sólo lo suficiente para ganarle 2-0 a los polacos. Debo confesar que, por un momento, esta sobredosis futbolera me hizo creer en la posibilidad que algún polaco, hiciera un Transformer y, de la nada, se abalanzara a mordidas contra uno de sus rivales sudamericanos. A ese escenario absurdo la presencia de un ovni no lo hubiese vuelto más deschavetado. Sin embargo, en cuanto me percaté de que los polacos son los tipos más amables dentro de la cancha, dije adiós a mis sueños pamboleros.

Como el escenario pacheco nunca ocurrió, el juego de Argentina contra Polonia tuvo un cierre del segundo tiempo más aburrido que una partida de Ajedrez entre Borges y Gombrowicz. En un punto, parecía que los dos equipos tenían en la cabeza la persistente idea de que se jodiera México, es decir, su pusilánime escuadra futbolera. Hasta creo que pude oír la frase: “Odjebać Meksyk” venida desde la tribuna. Pero también pudo haber sido efecto de la sobredosis que mencioné arriba. Este es el último texto en el que aludo el tema del futbol, no volveré a mencionarlo, al menos por cuatro años. 

Juan Casas Ávila                                                                              

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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