Cultura

Memorioso cronista

A Carlos Arturo Navarro Valtierra

In memoriam

Ayer, según la crónica de Alfonso Reyes, Fray Servando predicaba en San Isidro el Real para ayudarse en sus gastos. Luego, para no dejar su vocación libertaria, le dio por escapar, pero lo encierran en San Francisco de Burgos. Después “sus amigos de Madrid lo disfrazan, porque León ha hecho correr por el Reino una requisitoria en que lo describe como afable y risueño. Fray Servando procura ponerse feo y taciturno, se pinta unos lunares y, en divisando guardias, tuerce los labios, hace el bizco, y, en fin, ejecuta a la letra el último grito del ejercicio portugués: Poner las caras feroces a los enemigos”.

Como buen relator, nuestro personaje ofrece pasajes de su vida que parecen sacados de la más pura ficción. Por ejemplo: “(…) hoy entra casualmente en la sinagoga de los judíos y oye predicar a un rabino. Fray Servando pide discutir sus tesis en pública disputa y, como tiene al obispo Huet en las uñas —claro está—, aplasta a su adversario. Los rabinos quedan entusiasmados; le llaman jajá (el sabio); le mandan hacer un vestido nuevo, y le ofrecen a una joven rica y hermosa en matrimonio. No acepta.

Y de allí, a Burdeos, en compañía de dos zapateros que, en llegando, ejercen su oficio y se ganan el pan, mientras el triste Doctor en Teología se muere de hambre. Además, considere el lector piadoso sus trabajos: Como yo estaba todavía de buen aspecto, tampoco me faltaban pretendientes entre las jóvenes cristianas, que no tiene dificultad para explicarse; y cuando yo respondía que era sacerdote, me decían que eso no obstaba si yo quería abandonar el oficio. La turba de sacerdote que, por el terror de la Revolución, que los obligaba a casarse, contrajeron matrimonio, les había quitado el escrúpulo. En Bayona y todo el Departamento de los Bajos Pirineos hasta Dax, las mujeres son blancas y bonitas, especialmente las vascas”.

El docto sacerdote además da clases de buen español en París. Es precursor sin duda del Instituto Alfonso Reyes (sueño anhelado en esta Patria) paralelo al actual Instituto Cervantes de España ya que más que vivir quiso conocer como bien hizo Antonio de Nebrija. Su figura traspasa el tiempo porque sabe recurrir a la memoria y crónica: es un viajero de a pie que camina, registra las “noticias mundanas sobre los cafés de París, las espléndidas bibliotecas, los paseos, el Palais Royal, los almanaques de cortesanas, los cabarets y las modas, que entonces —según él— consistían en que cada mujer llevara vestido y el peinado que más convenían a su tipo y a su carácter”.

Al decidir ahorcar los hábitos, secularizado pues, no ejerció una poca de picardía cristiana… Servando no fue un alegre sátiro de la historia sino un memorioso cronista de bendito recuerdo.

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Juan Carlos Porras
  • Juan Carlos Porras
  • Editor fundador de Grupo Ochocientos y actual director del Centro de Investigación y Estudios Literarios de León (CIEL-LEÓN).
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