Él no inventó el Seguro Social. Tampoco el Instituto Politécnico Nacional. Menos la Universidad Nacional de México. En su momento siempre habló de frente con sus interlocutores y no se arredró cuando los deslenguados le hicieron frente. Aun cuando en su ciudad natal, este León con su raíz y su trasunto, en las tradicionales Calaveritas de noviembre de los años cuarenta salió un poemita que denostaba su persona y hacía burla del socialismo cardenista.
-"Lo que hay es pura retórica. Palabras que nada tienen que ver con la vida real y las necesidades de las instituciones sociales del Estado"-, pronunció en el lejano febrero de 1984 en el periódico Excélsior bajo la pluma del periodista Miguel Reyes Razo.
Ignacio García Téllez (1897-1985) batalló siempre por el bienestar del pueblo mexicano. Así lo demuestra su quehacer como servidor público. Fue un gestor natural además de conciliador en el terreno político en un tiempo donde las armas eran ley paralela.
Su firmeza para re-posicionar el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) habla de la preocupación que desde la Secretaría de Gobernación con el General Lázaro Cárdenas del Río tuvo por el pueblo y años más tarde solventó con creces en época de crisis de la institución. Aunque los reaccionarios del estatus del bien común afirmaran, con manifestaciones y gritos: "A la Castañeda García Téllez".
A 75 años de creación del IMSS al licenciado García Téllez, hijo de rancheros del Bajío, le debemos honor por la concepción y la forma del Seguro Social que todavía conservamos.
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Cuesta trabajo pensar en este Siglo XXI en el concepto de ser una nación independiente y de hombres libres. Muchos dirán que la Revolución Social Mexicana está acabada y seguro se adscribirán al postulado de Silva Herzog donde hablaba del coma (inducido la cursiva es mía) en el que entró la revolución y ya no se pudo levantar.
La Revolución mexicana para muchos es sinónimo de comportamientos indebidos. No hay huellas y representación que nos marquen para abatir la intransigencia. Al contrario. Los héroes de la revolución han sido expoliados. Sólo pensemos en la imagen del niño revolucionario que toma las armas y es captado por las cámaras de los Casasola.
De un lado o de otro la leva se llevó a quien merecía, según afirmaban las facciones.
Ahora es lo mismo. En el río revuelto un niño revolucionario de manera reciente se convirtió en la imagen destacada del Niño cristero que ahora es santo. Quiero decir, los que veneran la imagen principal en una estampa no saben que es la de un chico revolucionario que apareció una década atrás del otro. Los Casasola nunca tomaron imagen del cristerito y por ende la reacción vuelve a tomar carta de identidad en tiempos actuales para imponer usos y costumbres.
Pero la apasionada rebeldía de Ignacio García Téllez, por humanismo y generosidad, además de la firmeza de sus convicciones, la lucidez de sus ideas y la claridad y rectitud de sus actitudes (Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano dixit) lo hacen un hombre de avanzada de la Revolución Social Mexicana.
Pensemos solo en su libro La socialización de la cultura (1935) donde prefigura la adaptación de los educandos al medio económico, la formación de arquetipos sociales y la utilización de la ciencia, de conformidad con las nuevas tendencias.
Allí habla de una institución denominada Politécnica Nacional que abrió luego la creación del Instituto Politécnico Nacional en tiempos del general Cárdenas. Aunque al paso del tiempo se preguntó, dónde están los politécnicos egresados que no han sabido "disminuir o liquidar las diferencias entre los menos ricos y los muchos pobres" que tenemos.
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El gran conflicto de los maestros y estudiantes en la Universidad Nacional de México a finales de los años veintes del siglo pasado, orilló al presidente de la República Emilio Portes Gil a solicitar la ayuda del rector interino. Dicho personaje era el licenciado Ignacio García Téllez quien le pidió al mandatario sacar a la policía y demás agentes para poder negociar una salida a la huelga.
Así lo hizo el presidente y el abogado leonés acudió al Anfiteatro Bolívar a la reunión. Mostrando un lápiz a sus interlocutores dijo: -"Con él puedo escribir cosas en bien de la Universidad y en bien de mi país. Es más importante que si trajera una ametralladora"-.
Los estudiantes reaccionaron porque la lucha por la autonomía nadie la podía parar ya que era una conquista legítima.
A la Universidad García Téllez le llamó nuestra madre. Y agregó: -"Tenemos el deber de servirla, de luchar por ella sin medir sacrificios, pero también reconociendo a la juventud en lo que tenga de meritorio"-. Entonces la distención llegó y el conflicto tuvo buena salida porque todos supieron prestigiar su triunfo a través del diálogo.
No obstante los combates internos que tuvo nuestro homenajeado, por los aspirantes a la rectoría de la máxima casa de estudios de la Nación, el presidente Portes Gil insistió en dejarlo y luego protestó como rector definitivo para el periodo 1929-1932.
Así don Ignacio se convirtió, a los 32 años de vida, en el primer rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
*El título alude al Ciclo de conferencias que se llevará a cabo los días 22, 23 y 24 de febrero. Sedes y horarios disponibles en: aquitaller.blogspot.com Aforo libre hasta completar el cupo disponible. Invita: Centro de Investigación y Estudios Literarios de León (CIEL-LEÓN).