Cultura

Hacer poesía en la ciudad

A unos pasos de la otrora Plaza Mayor de León, es decir, nuestro Centro Histórico de la Ciudad, punto de encuentro donde “gallardean de hombría tus ciudadanos/ y piedad de monjitas tus mujeres” (José Fidel Sandoval Ponce dixit), sobre la calle de Pachecos –hoy calle 5 de Mayo– en su tercera cuadra existió la finca de don José de Jesús González médico y poeta habitó.

Sobre dicho edificio de corte neoclásico permanece una placa que conmemora la sapiencia del doctor, por su ser y quehacer, dada por sus pariguales: la Sociedad Médica Leonesa en 1941.En aquella declaración de letras perenes, está implícito lo que muy bien apuntaba Sor Juana: el poeta “no es una cabeza desnuda de noticias”. Por lo tanto, es una luciérnaga en funciones las 24 horas del día: es un pequeño Dios. Crea para que las gentes sepan mejor lo que ya sienten.

Su palabra viaja a todos los niveles culturales. Es respuesta, y valga el contrasentido, de aquella pregunta que muy bien formuló en Animales de amor (2010) Herminio Martínez: “¿A qué región de asfixia habré llegado?”. Y en versos más delante escribe: “En el nombre del sol que todo sabe/ y en el de tantos perros olvidados/ que arrastran su fulgor de gente en gente./ Lugar donde la primavera se desploma,/ hagámoslo en el nombre de las reinas/ de los juegos florales que en los cines/ reúnen a políticos y artistas./”.

Hacer poesía en la ciudad, ayer y hoy, significa restaurar la historia nuestra. Los talentos y el carácter están impresos en nombres de autores como: Juan Valle, José Rosas Moreno, José Ruiz Miranda, Vicente González del Castillo, Jesús Ortiz Funes, Abraham Domínguez Vargas, Verónica Domínguez Vallejo, María de la Luz García Delgado, Donají Henestrosa, entre muchos otros, ahora podemos sumar con creces, en esta segunda década del siglo de las identidades, a Flor Bosco Entre ángeles y moscas (2021) y a Francisco González con Elegías para Afrodita (2022).

Nuestros poetas apelan al juego del amor, así como a enrolar de nuevo el alma perdidiza ya que conocen el mundo y sus complejidades. Pero ambos deciden quedarse en la región que los vio nacer para pronunciar aquello de “consolar su pena con la literatura”. En ambos trabajos encontramos pureza y claridad: tersura que suma a la tranquilidad del ser porque este congrega su rostro que es la escritura de los años.

En la obra de Flor Bosco los lugares y los lugareños forman un todo. La voz de la autora no cede, ni da concesiones al lector, pues avanza el viento que empuja los signos legibles. En cuanto a la obra de Francisco González hay método y equilibrio: cuerpo y sombra que forman las cinco maravillosas elegías a favor de la mujer.

Nuestros poetas sí que saben hacer poesía en la ciudad.

Juancarlos Porras

* Poeta leonés. Editor fundador de Grupo Ochocientos y actual director del Centro de Investigación y Estudios Literarios de León (CIEL-LEÓN)

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Juan Carlos Porras
  • Juan Carlos Porras
  • Editor fundador de Grupo Ochocientos y actual director del Centro de Investigación y Estudios Literarios de León (CIEL-LEÓN).
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