A propósito de las correspondencias encontradas merece la pena citar el poema Correspondencias de Marco Antonio Montes de Oca porque nos ayuda a entender, de manera curiosa, la intención de la composición editorial de una novela en su ritmo ortográfico. Dicho poema dice:
La coma es un cometa,
el punto, un sol,
los puntos suspensivos, otra galaxia,
el punto y aparte, nuestro sistema solar,
el paréntesis, un hoyo negro,
el texto, este universo;
el punto final algo que no impide
la segunda edición.
El poema ocurre porque un lector le da vida. Y entonces aparece la novela que a continuación leerán:
“Aquel encuentro con Isabel fue fortuito. Ambos se conocieron desde la preparatoria y continuaron en la universidad. Compaginaron muy bien su gusto por las letras a mitad del curso. La tarea asignada por el maestro Triunfo Manrique catedrático de Literatura comparada, reconocido poeta y ensayista, incluía un trabajo a cuatro manos:un ensayo sobre la dimensión amorosa en Orgullo y prejuicio de Jane Austen.Novela escrita en inglés a finales del siglo xviii y traducida al español a mediados de los años cincuenta del siglo xx.
De manera curiosa, la obra consideraba a “otra Isabel” que luchaba por ser comprendida y exponía sus sentimientos ante la imposición de un marido por parte de sus padres y otros… Lo mismo que la tragedia de sus dos hermanas.
A Isabel Lanuza le gustó por el solo hecho de coincidir con su parentela en ciertos sentidos, sobre todo el de las hermanas: Inmaculada, la mayor, memorialista de la familia y Alexandria, la siguiente, la de las imaginerías. La primera, ya casada, pero sin hijos y, la segunda, soltera, empeñada en descubrir los enigmas del Universo…
La disposición de las palabras para el ensayo tendría que ser justa pues al explorar con detalle el cómo la protagonista asomaba algún indicio de pasión en su relación, mejor dicho, en la imposición para determinar su actuar... debía ser contundente.Juan Luis habló a manera de primera tesis, que para todo hay una indemnización, menos para el primer amor.
Los dos aficionados a las letras acordaron entonces labrar el ensayo sobre determinados rumbos: descubrimiento, indiferencia-amor, noviazgo; bajo la guía y secuela del decir “en tono festivo [de] la novia del Cantar” (Esther Cohen, dixit). Agregaron, además, como epígrafe de su disposición, la siguiente cita: “¡Que me bese con los besos de su boca!”.
A la cuarta sesión de trabajo, precedida de las miradas cómplices, ocasionales roces de las manos, murmullos y sonrisas en la biblioteca universitaria, que les valió el regaño continuo de una de las bibliotecarias; Isabel propuso culminar los detalles de la redacción del texto en otra biblioteca: la de su difunto padre.
Juan Luis no rehusó la invitación. Preparó su mejor sonrisa, como inicio de nuevo argumento, para cautivar más a su amada novia del xir xirim.
Juan Carlos Porras*
* Poeta leonés. Editor fundador de Grupo Ochocientos y actual director del Centro de Investigación y Estudios Literarios de León (CIEL-LEÓN)