Constituido de manera oficial el 2 de junio de 1949, el Grupo Literario Oasis, “con la finalidad de cultivar las Bellas Artes en cualesquiera de sus manifestaciones, a un alto nivel y proyección a todos los ámbitos, no sólo de la región, sino el Estado, del país y aún del extranjero, por cualquier medio de difusión a su alcance”, llega de la mano de Xavier González, Bertha Hernández, Margarita Godínez, entre otros laudables beduinos, a su 71 aniversario en León.
Bajo la tutela de José “Fidel” Sandoval Ponce (1879-1970) el máximo poeta leonérrimo, a decir del profesor J. Jesús Ojeda Sánchez, fungió como miembro correspondiente de la Academia Mexicana de la Lengua y de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística. A él le debemos el desarrollo cultural como formador de poetas, oradores y escritores, así como la tradición del Día del Artista (“Miércoles de Ceniza”); el impulso de los Altares de la virgen de los Dolores (“viernes de Dolores”) y los Nacimientos en el hogar (“Fiestas navideñas”).
De la pléyade de autores cercanos a Oasis merece la pena destacar a Concha Mojica (Arandas, 1908-Ciudad de México, 1958) quien dejó una profunda huella con su trabajo poético en los lectores.
En el artículo “Concha Mojica” (2000) de Roberto Pichardo García destaca que “son cinco sus testimonios gráficos con los que ya ha ingresado a la inmortalidad, (su obra póstuma quedó en prensa), el primero fue Cojín de las soledades prologado por su mentor en la ciudad de México, Arquitecto Vicente Echeverría del Prado del que entresacamos:
He aquí un nuevo nombre femenino, pero femenino como Dios lo quiere, en la Poesía mexicana (…) Concha Mojica es la encarnación de una humildad totalmente en desuso y que, precisamente por ello, la enjoya con la más fulgurante singularidad.
Para corroborar esta aserción, insertamos del mismo libro esta breve parte de:
HUÍDA
Quiero volverme tan pequeña
tan sencilla, tan niña,
que mi tragedia ruede
sobre su propia arcilla,
para poder pasar bajo su mole
con pequeñez de hormiga…
Ya era tiempo de poner en asfixia, con un ejemplo de respiración espiritual y ética, el carcomido y decadente dogma de un “barrio latino” en liquidación, de que para ser artista hay que ser un profesional de la bohemia del chambergo, de la dipsomanía, del libertinaje y de la concesión (…).
La poesía de esta mujer increíble llenará las páginas de numerosos libros que su decidido y edificante amor por la palabra nacida del misterio, proyecta en el taller de su reconocimiento provinciano”. Merecemos leerla.