Ya concedida una lluvia de amparos por las reformas a la Ley de la Industria Eléctrica, la contrarreforma energética, al padrón de usuarios de telefonía celular, que se suman a la terrible y autoritaria decisión de cancelar una obra muy necesaria como el nuevo aeropuerto de la Ciudad de México y la planta cervecera de Constellation Brands en Mexicali, avaladas ambas por sus ya clásicas encuestas patito, dan cuenta del avanzado estado de descomposición de esta administración federal. Curiosamente el “pueblo bueno” sí aprobó obras insignia como el Tren Maya, la Refinería de Dos Bocas y el aeropuerto de Santa Lucía.
A un líder que no ha sabido serlo le queda muy muy grande esta hermosa patria nuestra y de todos, tan diversa y tan plural que cargada de esperanza apostó por un cambio verdadero y sucumbió ante el canto de las sirenas que se valieron de su hartazgo de la corrupción y malos manejos del pasado para caer en un hoyo que no toca fondo y que resultará más hondo de lo imaginado.
La inseguridad y la aplicación facciosa de la Ley con una Fiscalía “independiente” nos muestran un ambiente sumamente enrarecido para el desarrollo de negocios y la paz tan necesaria para florecer, no llega. Por un lado, la criminalidad crece rampante y mientras se reparten abrazos nos responden con balazos, un estado de derecho que nada tiene de derecho, un manejo de la pandemia que nos ha minado no solo preciadas vidas sino también esperanzas fallidas que buscaban un amanecer más venturoso que no llegará.
Dilapidación de un enorme bono democrático y de la confianza depositada para construir una patria más justa, más solidaria y progresista.