Quizás en esa carencia de configuraciones radica la fortaleza del Club.
José Emilio Amores
Dejó de existir el pasado 27 de junio el ingeniero José Emilio Amores. Murió lleno de días y con los suyos. Algo se ha dicho de su labor como docente, poeta y promotor cultural de largo aliento, particularmente en la SAT, pero ahora queremos recordar a quien fue presidente del Club Sembradores Monterrey y de la Asociación de Clubes Sembradores en los periodos 1961-1962 y 1971-1973. Y lo hacemos reproduciendo algunos párrafos de su discurso en el Club Torreón, pronunciado el 24 de febrero de 1962, los que tomamos de la revista del mismo nombre.
Decía el ingeniero Amores: “Desde hace años, para el que habla, el hecho sorprendente es la existencia misma de los Clubes Sembradores de Amistad. Carente de un fin político; ausente de todo sectarismo religioso, étnico o filosófico; así como al margen de intereses económicos que estimulen el comercio entre sus asociados, no deja de llamar la atención que semana a semana o mes tras mes se reúnan grupos selectos de personas en torno al nombre de Sembradores de Amistad”.
Amores, en su discurso, hablaba de que el ser humano debía satisfacer algunas necesidades básicas, causando lo anterior cierta angustia. Y decía: “Pero precisamente en ese constante luchar radica la maravilla de la existencia. Dios le dio al hombre las armas para combatir: más aún, le dio las reglas para hacerlo limpiamente, y le dijo que lo esperaba en su Reino si sabía cumplirlas”.
Ya para concluir su intervención, el orador señalaba: “Estamos unidos por la indisputable supremacía de la riqueza espiritual del cristianismo y estamos organizados armoniosamente por decisión de nuestra inteligencia. Basta ello para seguir luchando, sin límite en el tiempo, con rectitud y con fe en nuestro destino”. Sea esta referencia para evocarlo (Club Sembradores de Amistad Regiomontano, AC).