Saber
Antes de existir clubes profesionales, existía la FA Cup. Más vieja que la mayoría de sus equipos, ninguna Copa acumula, reparte y comparte tanta sabiduría como el título más antiguo en la historia del futbol.
Cuando el juego se olvida del amateurismo, ahí está la FA Cup para recordárselo; cuando el futbolista no recuerda sus orígenes, aparece la FA Cup para señalárselos; y cuando el aficionado señala el triunfo como único objetivo, la FA Cup vuelve a empezar para demostrarle la autenticidad y nobleza de su competición.
El Liverpool, su último campeón, llegará cargado de tradiciones y principios a la Final de Champions League en nombre de otros 736 equipos británicos.
Sentir
Llega un momento en la carrera de cualquier entrenador en el que pierde contacto con sensaciones que resultan vitales para ejercer su profesión: tener la piel chinita, los pelos de punta o sudar frío, son ejemplos de un profundo catálogo emocional que solo puede sentirse cuando se llevan los colores en la piel.
¿Es necesario sentir algo por un equipo para dirigirlo? No; pero debería existir un límite de equipos dirigidos en la carrera de un entrenador para evitar que su profesión parezca un insensible intercambio de estampitas. Un entrenador siempre tiene un primer equipo, un equipo muy querido y un equipo triunfador; para el resto, no le alcanza el amor.
Subir
Los equipos grandes buscan ser eternos, los medianos quieren llegar más alto, los pequeños sueñan con crecer, los más pequeños luchan por llegar y los de abajo solo piensan en subir. El futbol debe ser un constante ascenso, porque de esto depende su ejemplar comportamiento deportivo, social, cultural y humano.
Un equipo que no tiene derecho a ascender, es como una persona a la que se le niega el derecho a progresar. La historia del deporte nos recuerda que ningún equipo nació grande, rico o ganador. Todos tuvieron que recorrer un camino cuesta arriba: se le dice subir, ascender. Olvidar de donde venimos, es olvidarse de los demás.
José Ramón Fernández Gutiérrez de Quevedo