Calle. Ganar en Mónaco un día lluvioso, es como ganar una pelea en el último asalto en el Madison Square Garden, una serie de campeonato con cuadrangular en el Yankee Stadium o un título de Wimbledon en muerte súbita. La carrera de ayer será otro retrato histórico de nuestro deporte junto a la Serie Mundial de Valenzuela, las chilenas de Hugo Sánchez, las victorias de Julio César Chávez, el levantamiento de Soraya en Sídney y la entrada al Coliseo de Los Ángeles de Canto y González. Sergio Pérez sacó en el circuito de Montecarlo la raza del conductor callejero. Nuestros grandes campeones son gente con la sabiduría del barrio y la nobleza de la calle: gente de bien.
Bosque. El Nottingham Forest, último equipo hecho de roble inglés, asciende en 1977 a la Primera División inglesa. Un año después, en 1978, es campeón de Copa y Liga dejando en la lona al legendario Liverpool de Bob Paisley. En 1979 juega la Copa de Europa y la gana venciendo al Malmö FF en Múnich. Al año siguiente, 1980, repite, derrotando al Hamburgo en el Bernabéu, convirtiéndose en doble campeón de Europa. El tiempo, el polvo y la humedad ocultan la hazaña del Nottingham que se pierde entre la fortuna de la Premier y la fama de la Champions. Una de las leyendas más grandes en la historia del futbol británico había permanecido oculta durante 23 años en los bosques de Sherwood: ayer, ante un Wembley repleto, volvió.
Capital. La 14a. Copa de Europa del Real Madrid resume su admirable historia y explica con claridad el principio central del deporte: levantarse y volver. La cultura del esfuerzo supera en muchas ocasiones a la técnica del juego. Ganar, no siempre significa ser el mejor, sino el más humilde. El medio en general nos ha querido convencer que la fuerza de un equipo está en su poder adquisitivo, pues bien, el mismísimo Real Madrid venciendo al PSG, Chelsea, City y Liverpool, nos demostró que no es lo mismo tener capital, que ser la capital del futbol: ésta, sigue siendo la ciudad de Madrid.
José Ramón Fernández Gutiérrez de Quevedo