No hace falta llenar el Azteca un lunes por la noche, ni encender la televisión todos los domingos como manda el ritual de la NFL, para descubrir las profundas raíces que el futbol americano tiene en nuestro país.
El fin de semana, cientos de seguidores caminaron por las reposadas calles de la Colonia Nochebuena, se detuvieron en algún puestito de barbacoa, bebieron agua de jamaica, ensayaron la porra, desdoblaron el banderín, recordaron sus épocas en las facultades y bajaron a la cancha del viejo estadio de la Ciudad de los Deportes para disfrutar un apasionante clásico estudiantil.
El futbol americano hecho en México, lleno de historias, anécdotas, colores, rivalidades, instituciones; padres y abuelos, alumnos y maestros produce un encanto sencillo, nostálgico y bien arraigado en muchas familias que lo confirman como un deporte de enorme importancia en nuestra sociedad.
La final de la querida ONEFA, en esta ocasión una fiesta del Politécnico, ganada por los Burros Blancos a las Águilas Blancas, es un tesoro que heredamos de pioneros y educadores como Jorge Braniff, el Padre Lambert, Salvador Sapo Mendiola, Roberto Tapatío Méndez, los hermanos Uruchurtu, Manuel Rodero, Jacinto Licea, Manuel Neri, Diego García Miravete y Frank González, que fundaron, consolidaron y desarrollaron las bases para que el futbol americano forme parte de nuestra cultura.
Al interior de sus casilleros, se fabricaban profesionales a mano, sus equipos eran talleres de personas, que entre libros y deporte, encontraron una mezcla ganadora. El futbol americano en México educa. Conserva la garantía que viene con el ticket: mente sana en cuerpo sano. A las instituciones que todavía confían en esta olvidada forma de hacer Patria a través del deporte, tendríamos que apoyarlas más, documentar mejor sus actividades y cubrir con interés sus temporadas, porque su objetivo siempre es humano: son artesanos de ciudadanos.
Que la enorme penetración que la NFL ha alcanzado en la afición mexicana, convirtiéndose en uno de los principales espectáculos deportivos en nuestro país, no impida a las nuevas generaciones acercarse al futbol americano que se juega en las instituciones de educación superior.