El control remoto permitió a los aficionados brincar por la programación deportiva con absoluto descontrol, el aparato en sentido estricto no controla nada, al contrario: convierte las noches en un caos cambiando el debate por la polémica, la opinión, los gritos y sombrerazos, el pleito, la crítica, el show o la discusión.
Hay programas para todos los gustos, estados de ánimo y niveles de afición, pero en todos los programas sin importar la cadena y la calidad de la transmisión, hay una palabra que se repite con una frecuencia abrumadora para definir la derrota y etiquetar al derrotado: fracaso.
Hagamos el siguiente ejercicio: naveguemos durante una semana por los diferentes sistemas de información y apuntemos el número de veces que los analistas, comentaristas, especialistas, ex deportistas y periodistas mencionan la palabra fracaso. El periodismo deportivo de nuestra época lleva años explicándole a generaciones enteras de niños y jóvenes que todo aquello que no sea ganar, ganar siempre y ganar más, debe ser considerado un fracaso.
Fracasan las grandes estrellas que no fueron capaces de repetir el título, los grandes equipos que no pudieron con los chicos, o los equipos chicos que volvieron a tener una temporada perdedora. Para el gremio dedicado a transmitirlo, contarlo, compartirlo y distribuirlo, el deporte está lleno de fracasados.
Hace unas horas el alero de Milwaukee, Giannis Antetokounmpo, fue eliminado junto a su equipo en primera ronda de los playoffs de la NBA. Al salir a dar la cara frente a la derrota fue cuestionado por un periodista que aceptó haberle hecho la misma pregunta hace exactamente un año: ¿Crees que la temporada ha sido un fracaso? Hace unos años Antetokounmpo era un niño nigeriano indocumentado que vendía relojes, CD’s y DVD’s en las calles de Atenas para sobrevivir: ahora pregunta a una de las máximas estrellas de la NBA lo que significa fracaso.