Ciudad Lerdo, Durango, la ciudad más antigua de la zona conurbada de la Comarca Lagunera siempre se distinguió por su exuberante vegetación y sus bellos y arbolados paseos, así como por sus viveros comerciales; tal era su fama local, que en algún momento de la historia de la región se le denominó como la “Ciudad Jardín”.
El 16 de noviembre de 1894, se publica el decreto que elevaba a rango de ciudad a la entonces Villa de Lerdo de Tejada, que ya tenía su historia pues su plaza de armas o plaza de la constitución fue fundada en 1865, para ello se cuadriculó el trazo y se trajeron árboles, sauces y fresnos del Cañón de Fernández.
Igual sucedió con el parque Victoria y la plazuela Juárez (antes Urquizo).
La plaza de armas y el parque Victoria, acabaron siendo adornadas con sendos quioscos, mientras que en la plazuela Urquizo de estableció una columna con la estatua de Benito Juárez y que le dio el nombre actual con que se le conoce.
Los fundadores de la entonces Villa de Lerdo fueron visionarios al establecer en el diseño del primer cuadro de la ciudad varios espacios arbolados para el esparcimiento de los habitantes.
En 1889 se tuvo alumbrado en la plaza de armas colocándose 9 lámparas de petróleo, que para 1900 fueron sustituidas por las primeras lámparas eléctricas de arco.
Con el fin de producir árboles regionales, en 1936 se estableció un vivero forestal ejidal, que por siempre se conoció simplemente como el “vivero” que abarca una enorme extensión arbolada y que es el espacio que ahora ocupa el “Parque las Auras”.
En 1954, por decreto presidencial, se establece el Parque nacional Raymundo, junto al río Nazas, dotando a la región de un pulmón más y de otro espacio recreativo.
Ante el embate del tiempo, el cambio climático, la indiferencia ciudadana y el desinterés de las autoridades, esas iniciativas que dotaron de un carácter de “vergel” a Ciudad Lerdo se han ido difuminando, los árboles añosos que existían sobre el recorrido del Boulevard Alemán se han ido muriendo.
Algunos espacios verdes del “vivero” (hoy parque las Auras) se modificaron para alojar edificios.
La producción de plantas se trasladó al vivero municipal en el parque Raymundo.
La normalidad de que hubiese árboles en todas las banquetas se ha ido perdiendo y sobre todo el primer cuadro, que luce desnudo de vegetación ante la priorización de una actividad comercial caótica.
Si bien sabemos que la actual administración ha emprendido campañas de reforestación e intenta invertir en el mantenimiento de los parques y plazas; considero que debería buscarse una vocación participativa con la comunidad y con las empresas.
Acciones que incentiven el incremento y cuidado del arbolado, como descuentos en impuestos para particulares y negocios que mantengan árboles en la banqueta de su casa o negocio, podrían ayudar a recuperar esa vocación tan importante en estos momentos.