Cuánto dolor puede llegarse a sentir por empatía con el otro. Cuánta apatía puede caber en un gobierno nacional, estatal o municipal que peca de omisión y clara incapacidad para detener la impunidad.
Cuánta indolencia puede mostrar un dirigente al ni siquiera solidarizarse con el dolor de la gente. Cuánta maldad puede caber en cierta gente como para dañar con tanta saña a una niña.
Este inicio de un violento y descompuesto 2020, lo recordaremos como una etapa oscura en la que la violencia e impunidad han llegado a niveles insospechados.
La indignación de la sociedad ante la ola de feminicidios y la falta de tacto y oficio de los políticos hacen el coctel perfecto para la crispación de la sociedad.
Un pésimo manejo de medios y nuestra hiperdependencia por las redes sociales generan vacíos donde la desinformación llevará a una psicosis social que encuentra terreno fértil en un mar de rumores. Igual llega la revictimización con la que la autoridad descalifica, como si con ello justificara su indolencia; por si eso fuera poco, autoridades en contubernio con medios sin escrúpulos, filtran fotos para alimentar el morbo sensacionalista victimizando doblemente, en un cobarde acto que indigna y agravia más.
Y ahí estamos como población, apenas tratando de salir del asombro, cuando se presenta otro caso en el que se aplica mayor saña y peor abuso.
Al parecer estamos descubriendo como sociedad hechos ya publicitados con números muy serios de desapariciones, asesinatos y feminicidios.
La indignación de la sociedad ante los horrendos crímenes y la acción de protesta de grupos feministas que han tomado nuevamente las calles está forzando a las autoridades a plantearse un tema al que sistemáticamente le han sacado la vuelta.
Ante ello, algunos grupos están convocando a un paro nacional femenino para el próximo 9 de marzo.
La iniciativa ya empezó a recibir descalificaciones, se le acusa de querer atacar al gobierno. Al aparecer se tendrá que colocar el tema en la agenda de alguna manera, pues en este tema no hay otros datos.