Cultura

Libros del dominio Público

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  • José Luis Vivar

Cada inicio de año aparece publicada una lista de obras artísticas que han pasado a formar parte del Dominio Público. Esto significa que un libro, pieza de teatro, canción, etc., dejan de generar Derechos de Autor y cualquier editorial, casa grabadora, televisora, y demás medios impresos o electrónicos puede disponer de ellas para beneficio de sus intereses.

Lo anterior sucede cuando el autor en cuestión cumple cincuenta, sesenta o cien años —como en el caso de México— de haber fallecido, y aunque sus descendientes protesten y establezcan demandas nada pueden hacer. Porque se debe tomar en cuenta también que no todos los desaparecidos gozan de igual popularidad.

Las opiniones se dividen con respecto a que el trabajo intelectual de alguien pase a formar parte del Dominio Público. Mientras que unos lo ven como una forma de apropiarse y de paso enriquecerse con algo que no les pertenece, otros lo perciben como una oportunidad para difundir una obra con mayores proporciones.

Pongamos el ejemplo de Lewis Carrol con su libro más conocido: Alicia en el País de las Maravillas. Las ediciones que están a la venta varían de precio: desde las más baratas que no llegan a los cincuenta pesos, hasta las que se ofertan en trescientos, quinientos o arriba de los mil pesos, cuando se trata de ediciones de lujo.

Lo mismo sucede con Mary Shelley y su Frankenstein, o autores y artistas mexicanos como el poeta nayarita Amado Nervo; el novelista Refugio Barragán de Toscano; el revolucionario Ricardo Flores Magón; o el caricaturista e ilustrador José Guadalupe Posada. Por citar unos cuantos.

Las regalías por Derechos de Autor en escritores que están vivos varían de acuerdo a la cantidad de ejemplares que vendan. Así como hay quienes perciben menos de mil pesos al año, otros suman cantidades exorbitantes, y esas ganancias aumentan cuando de sus libros se hacen adaptaciones cinematográficas o televisivas. Solo que esto último no es tan común en nuestro país como en Estados Unidos o países europeos.

Hacia finales del siglo XIX toda la familia de Oscar Wilde se avergonzó de su persona cuando en Londres un tribunal lo condenó a la cárcel por prácticas homosexuales. Tan grande fue la indignación que a sus dos hijos se les cambió el apellido. Solo unos cuantos años más tarde, en 1900, el autor de El Retrato de Dorian Gray falleció en la más absoluta pobreza en París. Y entonces la misma familia y la viuda reclamaron los derechos por las ventas y publicación de su obra. Durante más de cinco décadas todos ellos y sus descendientes disfrutaron de las regalías que les llegaban de todo el mundo, hasta que toda la obra pasó a formar parte del Dominio Público.

Aun después de muertos las obras siguen siendo de sus autores pero ya no les pertenecen a sus herederos, sino que forman parte del acervo universal artístico. Las opiniones seguirán dividiéndose, pero algo hay de cierto: cuanto más se difunde el trabajo de un artista, más oportunidad tiene de pasar a la inmortalidad.

José Luis Vivar


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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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