Cultura

Día Mundial del Dolor

  • Paisajes abreviados
  • Día Mundial del Dolor
  • José Luis Vivar

En el calendario de las efemérides suelen aparecer fechas que se pasan por alto. Fuera de las que son oficiales —entre las que se incluyen celebraciones propias de cada entidad, del país, o internacionales—, el resto resultan intrascendentes. Es decir, no impactan en la sociedad. Sobre todo las que en los últimos años han sido establecidas más que nada por acuerdos políticos: ahí están, pero pocos reparan en ellas.

Pero entre todas esas eventualidades hay una que llama la atención, la cual fue propuesta por la Asociación Internacional para el Estudio del Dolor (IASP) y la Organización Mundial de la Salud (OMS), y que desde el 17 de octubre de 2004 se conmemora y se le conoce como El Día del Dolor. Una fecha que en vez de pasar inadvertida debiera promoverse para crear conciencia empática de lo que significa este síntoma.

Desde tiempos ancestrales el sufrimiento físico ha estado presente. La mayoría de las culturas plasmaron testimonios del dolor en diferentes conformaciones: dibujos, esculturas de diferentes tamaños y distintos materiales, hasta textos que han llegado hasta nuestros días. En el pasado, esta manifestación dolorosa tenía relación directa con maldiciones, desobediencia a ciertas reglas, o como castigo de seres divinos por mal comportamiento. En las páginas de muchos libros antiguos refieren el calvario de hombres y mujeres aquejados por el dolor. Job es un ejemplo de lo que es vivir y soportar el dolor físico.

Antes de que la ciencia diera respuestas, se buscaron soluciones: pócimas mágicas, hierbas y flores milagrosas; el agua sanadora o las plegarias. Todo era válido con tal de disminuir o desaparecer el abatimiento de las personas. Los chamanes, curanderos, o magos se quebraban la cabeza tratando de hallar el origen de ese mal.

El dolor es intransferible, dice Rafael Pérez Gay, solo quien lo padece lo vive. Pero también afecta, entorpece o paraliza el resto de las funciones del cuerpo. Impide concentrarse en algo que no sea esa angustia. Se aloja en un sitio del organismo y activa las fibras sensitivas que lanzan la señal a una parte del cerebro para provocar sufrimiento. Aunque también tiene sus niveles y se le conoce como umbral del dolor: alto, cuando alguien tolera más de lo que pudiera, y bajo, quien no aguanta ningún tipo de incitación.

Mención aparte merecen el dolor agudo y el crónico. En el caso del primero se trata de algo breve; el segundo puede abarcar meses, incluso años. El testimonio de quienes han padecido este último son desgarradores porque a pesar de los analgésicos y demás medicamentos especiales, la vida se les escapa a pedazos.

No hay diferencia porque la percepción al dolor es subjetiva, entre un dolor de cabeza, de muelas, de estómago, de riñones, de dónde se ubique la desgracia de padecerlo. Los medicamentos y las terapias que implementan los especialistas en este rubro buscan por todos los medios combatirlo. Solo quien lo ha experimentado o lo padece sabrá que ese 17 de octubre debe ser de empatía y de comprensión por el sufrimiento ajeno.

José Luis Vivar


Google news logo
Síguenos en
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.