A comienzos de los noventa, procedente de El Financiero, Luis Enrique Ramírez llegó a la sección cultural de El Nacional, donde lo conoció el cartujo. Desde el principio llamó la atención por su silencio, su sólida formación intelectual y su escritura, imaginativa, rigurosa, sin las rebabas ni la presunción de quienes se esfuerzan por escribir “bonito” o apantallar con frases rebuscadas y huecas, o con ráfagas de citas de autores a quienes jamás han leído.
Pertenecía a una buena generación de periodistas culturales, entre ellos César Güemes, recientemente desaparecido, convertido por Arturo Pérez-Reverte en personaje de La reina del sur, y Carlos Rubio Rosell, el mejor interlocutor de Carlos Fuentes. En aquellos años, Luis Enrique, quien pasaría de El Nacional a La Jornada, realizó excelentes entrevistas, reunidas en el libro La muela del juicio, publicado en 1994 en la Colección Periodismo Cultural de Conaculta, desaparecida por el gobierno de la austeridad.
En el prólogo, Elena Poniatowska, quien lo quiso y se esforzó en protegerlo de sus propios demonios (todos llevamos alguno dentro), escribió: “Luis Enrique Ramírez tiene el don de crear una historia en torno a cada uno de sus entrevistados. Los envuelve en atmósferas de su invención. Cada personaje le sugiere un universo distinto, un teatrino en el que él jala los hilos, hábil titiritero. Difícilmente el entrevistado percibe que ha sido atado con filamentos invisibles; luego de diez minutos de conversación empieza a moverse de acuerdo con la voluntad de Luis Enrique”.
Luis Enrique dejó la Ciudad de México y las redacciones de Cultura y volvió a su tierra, Culiacán, Sinaloa. El jueves la noticia de su asesinato en esa ciudad, aunque no fueron amigos, cayó como balde de agua hirviente en el monje. Era columnista político del diario El Debate y propietario del portal Fuentes Fidedignas. Ahora es también el noveno periodista asesinado este año en México, donde la violencia no se detiene, aunque el presidente de la República mira todo con optimismo y dice: “vamos adelante, hay armonía y (…) hay gobernabilidad en el país”.
Queridos cinco lectores, El Santo Oficio los colma de bendiciones. El Señor esté con ustedes. Amén.
José Luis Martínez S.