En su columna del pasado jueves en MILENIO, Ricardo Raphael planteó la siguiente pregunta sobre las conversaciones privadas del ingeniero José María Riobóo y su esposa, la ministra Yasmín Esquivel. “¿De qué hablarán en la intimidad estos dos personajes?”
La duda carcome desde entonces las noches del cartujo; imagina sus diálogos, sus planes, sus recuerdos, el estallido de sus risas como rúbrica a su impunidad y poder. Lo tienen todo, o casi todo; han perdido prestigio, es cierto, pero esa chuchería a quién le importa en la época radiante de los otros datos.

¿Recordarán risueños sus mentiras de 2021, cuando viajaron a San Antonio, Texas, para vacunarse contra el coronavirus? Eran los momentos más graves de la pandemia y ninguno de los dos tenía derecho al antígeno, ella por su edad y ambos por no ser residentes de esa ciudad. En ese entonces, consignó la periodista Dolia Estévez, la prioridad en el plan de vacunación de San Antonio eran el personal médico y los adultos mayores de 65 años, y la ministra tenía 57. Para obtener una matrícula consular y lograr su objetivo, dieron un domicilio falso, como reconocería el propio Riobóo.“Me declaro culpable de haber dado datos falsos para la matrícula (…), viví 35 años (en ese lugar) y cada vez que me piden un domicilio lo digo así, sin darme cuenta”, le confesó a Estévez, eximiendo a su esposa del engaño: “Yo soy el culpable de haber dado esa dirección para ella, el responsable de haber puesto la dirección equivocada en el documento del consulado”.
¿Recordarán, entre carcajadas, cuando él, desestimando probables accidentes por el rediseño del espacio aéreo, defendió la construcción del aeropuerto de Santa Lucía con su antológica frase: “Hoy en día, con la tecnología que hay, con los radares vía satélite, los aviones no pueden chocar, automáticamente se repelen”?
En sus veladas, ¿hablarán de trampas y abusos como el fraguado por el ingeniero contra la viuda de su hijo Rodrigo, a quien, con acusaciones absurdas, pretende despojar de la herencia para sus nietos? ¿Cuántas historias como estas revisitan, alegres, cuando están solos?
Queridos cinco lectores, El Santo Oficio los colma de bendiciones. El Señor esté con ustedes. Amén.
José Luis Martínez S.