Política

Una universidad-jardín llamada Iteso

No voy a hablar de la enorme importancia que tiene -y ha tenido- el Iteso en la formación de tantas personas en el Occidente del país, y más allá. Tampoco de su esfuerzo por alcanzar ideales de justicia, honestidad y libertad, que hacen tan especial a esta universidad. Ni de su excelencia académica, de la que estoy convencido, aunque, quizá, sea cuestionada por algunos; están en su derecho.

Hoy toca hablar de un jardín, -de muchos jardines en uno-. De uno de los más importantes de Guadalajara. De entre los más bellos y pródigos, que es su campus arbolado, prodigioso, donde estos especímenes crecen sanos y gloriosos. Hablo del cuidado que tantos han tenido para con esta valiosa pieza de naturaleza, en especial, sus dedicados jardineros. La atención que la comunidad itesiana, toda, brinda a sus espacios verdes, a nadie le son indiferentes.

Aquí, los jardines son el centro de la vida universitaria, los que, como un ritual diario, se recorren de lado a lado entre clase y clase. Donde se estudia y se platica, o se come y se duerme; seguro, también se sueña, y, más de alguno, alucinará en ellos, conozco a mi gente. Cuando mis alumnos se quejan de que llegan tarde a clase porque vienen de algún edificio lejos, les digo que es deliberado, para que aprovechen su jardín; se ríen -nos reímos-.

Jardines, el gran cuadrángulo central, arbórea omnipresencia, claro de bosque. La Arboleda Scheifler, llamada así por el padre Xavier, quien la sembrara en los lejanos años sesenta, de fresnos elevados, -¿voltean al cielo?-, remata en la cruz del final. En el camino largo de las jacarandas llueve violeta por Pascuas, jardín en velo de flor. Laureles majestuosos prodigan sombras profundas que mitigan los calores de abril en la Plaza de los 50 años. Galeanas africanísimas y rojas engalanan la céntrica rotondita que llamamos ombligo. Primaveras amarillas florean la calzada empedrada en febrero, que así nos recibe, o nos despide. Jardines y rincones, muchos, evocadores todos.

Mañanas novembrinas, amanecen más frescas, destellos luminosos deslizándose entre frondas húmedas cargadas de relente nocturno. La procesión estudiantil brota, puntual, al diez para las nueve, el frío mañanero se torna cálido, energía benigna, optimista, se despliega en el campus-bosque.


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José Javier Gómez Álvarez
  • José Javier Gómez Álvarez
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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