Política

Olvidadas necrópolis tapatías

La ciudad de los muertos acecha a los vivos. Dos fallecidos y al menos seis heridos es la cuota que, en cinco años, se han cobrado los abandonados panteones tapatíos. Entre ellos, ironías de la vida -o de la muerte-, un esposo que cayera en una cripta de siete metros de profundidad en el sepelio de su cónyuge.

118,000 tumbas en “mal estado” (El Informador 31/10/2023), 42,000 con daños estructurales, fracturas que no se notan, en palabras de sus cuidadores, encima de fosas de hasta diez metros de profundidad, casi catacumbas. Ciudad subterránea, profunda, para los difuntos, que comienza a ser riesgosa para sus visitantes.

¿Será que cristianos y, sobre todo, católicos, tenemos predilección por aquellas grutas que nos remontan a nuestros orígenes de perseguidos, cuando nuestros ancestros se ocultaban de sus verdugos romanos en la Ciudad Eterna? Quizá, para evitar estas inconveniencias, los hindúes creman a sus muertos entre maderas aromáticas y sándalos purificadores, para arrojarlos al Ganges inmortal y completar el ciclo de la vida. Los últimos adoradores del fuego sagrado, antiquísimo culto originario de Persia, los parsis zoroastrianos de Bombay, los ofrendan a buitres que los devoran y dejan solo sus huesos,en las llamadas “Torres del Silencio”. Milenaria costumbre que perdura hasta nuestros días, y que está en retroceso, pero por la escasez de buitres carroñeros.

En este contexto, no debe extrañar que los oriundos de estas tierras dejemos de cuidar las tumbas de nuestros abuelos, o que ya no podamos encargarnos de ellas. Si muchos apenas podemos con nosotros mismos, menos podremos cargar con tal herencia. Menos aún con las de bisabuelos y tatarabuelos. Los administradores de los panteones tapatíos no dan con los deudos de los difuntos para pedirles que las arreglen. Y de encontrarlos, ¿podrían hacerlo, tendrán el dinero suficiente? Y cómo las tumbas y criptas son propiedad privada, no es fácil que el gobierno lo resuelva. Lo más que puede hacer es acordonarlas para evitar riesgos.

“Algunas de ellas están fracturadas por dentro, sin que se note por fuera, otras tantas pudieran estar reblandecidas, representan un riesgo”, dicen sus guardianes. Necrópolis olvidadas que matan, nos obligan a recordarlas.


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José Javier Gómez Álvarez
  • José Javier Gómez Álvarez
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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