No es fortuito que, en Guadalajara, llamemos “arroyos vehiculares” al espacio de las calles por donde transitan los autos. Muchas de estas vías ocupan, literalmente, el espacio de los originales cauces, de menos, once meses al año. Ya que, ironías de la vida, en el mes doce, las aguas recuperan sus cursos naturales.
Y de qué manera, torrentes incontenibles que provocan estragos y daños de todo tipo, árboles derribados, viviendas inundadas, y, lo más lamentable, fallecimientos trágicos. El año pasado ocurrirían dos particularmente lamentables, de los que dejan huella en la psique colectiva, incluida la gobernante: un anciano y su enfermera sepultados bajo tres metros de agua; los pasos a desnivel, a los que somos tan afectos los tapatíos, devenidos en tumbas acuáticas.
Que bueno que el Gobierno del Estado trabaja en el asunto. Esperemos que pronto se revele la ubicación de los primeros 12 “sensores de alerta” del sistema de detección de inundaciones (El Informador 23/06/2024), elegidos de entre los 30 túneles peligrosos de la ciudad, que avisarán a los automovilistas cuando no se pueda pasar. Ojalá que se implementen cuanto antes para evitar tragedias en este temporal
En cualquier caso, seguir o detenerse no debe quedar al arbitrio individual, se necesitarán, además, barreras tipo “pluma” que impidan el paso a los túneles cuando haya riesgo, como en los cruces ferroviarios. Y, ya entrados en gastos, algún mecanismo similar en las avenidas-ríos y demás calles torrenciales de la ciudad.
También un sistema de monitoreo y aviso por redes en tiempo real; no es difícil, pero sí laborioso, porque requiere atención. Lo que no será posible, dadas las condiciones de Guadalajara, es desfogar la totalidad del agua de lluvia por algún drenaje pluvial, sería labor titánica más allá de cualquier presupuesto alcanzable.
El proyecto mayor en el que debemos pensar, en un plazo más largo, es recuperar el sistema de desagüe natural de la ciudad, perdido o disminuido por el entubamiento y bloqueo de los arroyos urbanos. Las lluvias “atípicas”, como algunos las llaman, tan típicas en nuestra ciudad, seguirán inundando Guadalajara. Tema recurrente que todos conocemos de sobra y que no sorprende, o no debería sorprender, a nadie. Mejor tomar cartas en el asunto.