En los días de mayor gravedad de la pandemia, Guadalajara estuvo más sana y desahogada que nunca. ¿Podrá ser así el futuro? ¿Una ciudad sin tanta contaminación, embotellamientos viales y ruido? Para lograrlo, el transporte público debe mejorar sustancialmente. Ser tan atractivo que los automovilistas dejemos el coche todo lo posible. Imperativo destinarle carriles exclusivos, es la única manera de optimizarlo. Los impuestos al uso del auto deben aumentar y destinarse a mejorarlo. Aunque el auto se restrinja a los más adinerados, todos ganaremos. Urgen más vehículos eléctricos que reduzcan emisiones en zonas urbanas. Y que camiones y trenes sean bien ventilados para evitar contagios.
Por su desarrollo, es imprescindible que los niños asistan a sus escuelas, pero que no sean los centros de formación y enseñanza los que provoquen el caos vial matutino y el del mediodía, es contradictorio. Escalonar horarios para evitar “horas pico”, incrementar traslados compartidos, y que los padres eviten las escuelas más lejanas a sus casas. Los universitarios -profesores y estudiantes-, mucho podemos contribuir al respecto.
Obligado que todo tramite gubernamental sea en línea, evitando traslados innecesarios, las autoridades van muy rezagadas en ello. Que el trabajo a distancia se institucionalice, que los trabajadores asistan a las oficinas para realizar actividades con valor agregado, con mayor libertad su productividad aumentará. Los que trabajamos en sitios fijos podemos utilizar el transporte colectivo, los que necesiten moverse que usen el auto. Los edificios encristalados y herméticos, con aire acondicionado, habrán de renovarse para ventilarse naturalmente, previniendo enfermedades. Sobrarán oficinas, que pueden reconvertirse en vivienda, que mucha falta hace en zonas céntricas. Y las viviendas deben ser sanas y aireadas, con suficientes espacios abiertos.
Cafés, restaurantes y bares con más terrazas, nuestro clima lo amerita y reduce contagios. Más ciclistas y peatones en las calles, mejores parques y jardines, avenidas y vialidades menos duras y rudas, más arboladas y sombreadas, para las personas, no para el auto. Una Guadalajara más saludable, lógica y vivible.
José Javier Gómez Álvarez