Cultura

Poe y la invención de “El cuervo”

  • Los inmortales del momento
  • Poe y la invención de “El cuervo”
  • José de la Colina

En 1844 Edgar Allan Poe se establece en Nueva York con su suegra y su esposa, que es casi una niña; renta una casa en Fordham, en las campestres afueras de la ciudad, y colabora en dos o tres importantes periódicos en los que fustiga con ácidos artículos a los literati del momento (los de salón de señora rica, los poetas de cabellos largos y talento corto, y pianistas y sopranos amateurs que tocan o cantan romanzas de un romanticismo marchito y cursilizado). Mientras publica filosos artículos contra escritorzuelos plagiarios, se entretiene diseñando una y otra vez la portada de una revista de la que se sueña director-propietario (publicación que nunca será impresa por falta de un mecenas), y en desveladas noches de innumerables tazas de intenso café negro y entre sobresaltos por las ráfagas de tos de Virginia, se atarea en la composición de un ambicioso poema inspirado por el busto de Palas Atenea, el mellado bibelot en yeso que ha comprado por menos de un dólar en algún puesto de baratillo y colocado ante él en el escritorio para inspirarse interrogándole los ojos e imaginarlo coronado por un negro cuervo muy parlanchín con una sola reiterada palabra: Nevermore (Nunca más).

El luctuoso poema, titulado “The Raven” (El cuervo), después de ser releído en voz alta ante algunos conocidos del bar-salón de las cercanías, de ser modificado según las impresiones que causa en quienes lo escuchan, se publica en el Evening Mirror del 29 de enero de 1845. Es un triunfo, e inmediatamente ocurre el tan diferido momento de gloria del poeta, que emprenderá una gira por el país para declamar los 130 largos versos en los que parece ir entre líneas la premonición de la muerte de Virginia:

Prophet!” said I, “thing of evil! prophet still, if bird or devil!/ By that Heaven that bends above us, by that God we both adore,/ Tell this soul with sorrow laden if, within the distant Aidenn,/ It shall clasp a sainted maiden whom the angels name Lenore,/ Clasp a rare and radiant maiden whom the angels name Lenore.”/ Quoth the Raven, “Nevermore”.

[Son versos que alguien ha interpretado de la siguiente forma en español: “¡Profeta!, grité, ser malvado, profeta eres, diablo alado! Por el Dios que veneramos, por el manto celestial, dile a este desventurado si en el Edén lejano a Leonor, ahora entre ángeles, un día podré abrazar”. Y dijo el cuervo: ¡Nunca más!”]

Y la apoteosis dentro de la apoteosis llega la noche en que en un teatro un actor famoso, al descubrir al poeta entre el público, interrumpe la representación de la obra para declamar “El cuervo” con vibratos y sollozos, y logrando al final aplausos, bravos y hurras al autor:

And the Raven, never flitting, still is sitting, still is sitting/ On the pallid bust of Pallas just above my chamber door;/ And his eyes have all the seeming of a demon’s that is dreaming/ And the lamp-light o’er him streaming throws his shadows on the floor;/ And my soul from out that shadow that lies floating on the floor/ Shall be lifted... nevermore!

[“Y el impávido cuervo osado aún sigue posado, en el pálido busto de Palas que hay encima del portal; y su mirada aguileña es la de un demonio que sueña, cuya sombra el candil en el suelo proyecta fantasmal; y mi alma, de esa sombra que allí flota fantasmal, no se alzará... ¡nunca más!”]

Poe es poeta en sus cuentos mucho más que en sus poemas. “El cuervo” es un cachivache verbal de versificación retintineante, de grotesco estribillo emitido por un pajarraco con vocación de loro o de disco rayado. Es un mal poema que, sin embargo, algo ha de tener pues, más allá de las casi siempre adversas críticas angloamericanas, fue ávidamente leído, releído, admirado, traducido, parafraseado por Baudelaire, Mallarmé, Rubén Darío, Herrera y Reisig, Gutiérrez Nájera, Martí y los subsiguientes modernistas latinoamericanos. Y en el sentido estrictamente alimenticio le produjo a Poe buenas entradas de dinero gracias a los recitales que despachó en sus giras por los teatros y teatruchos del país. (En alguno de éstos alguna vez se habrá emocionado hasta las lágrimas al oír el mismo rechinido del tablado que, siendo aún niño de teta, sonó bajo los pies de la señora Poe, madre del poeta, en su interpretación de Julieta o de lady Macbeth o de cualquier heroína de un barato melodrama).

Google news logo
Síguenos en
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.