Queriendo dejar las cosas en claro —lo cual, hay que reconocerlo, a veces enturbia más que aclara la vida pública, porque desde Twitter algunos miles ciudadanos, erigiéndose en emisarios cuando no en comisarios de la opinión pública, se desatan en linchamientos que por el momento solo son verbales—, el cronista declara que al teclear tenía la intención de hablar de cualquier asunto estrictamente concreto de la ciudad capital, y no deseaba comentar el caso del famoso cantautor cuyo reciente fallecimiento ha puesto en llanto y ruido celebratorio a gran parte de la nación. Y...
Se apresura el cronista a hacer una declaración más: esa inatención al mito "Juanga" no era deliberada, no era con mala fe, sino que se debía al hecho de nunca haber escuchado a dicho cantautor, pese a quizá haberlo oído, pues era inevitable: el lentejuelado ser mítico sonaba por todas partes en la ciudad y en el país. Así que se ruega no considerar al cronista un señorito clasista y racista que desprecia sentimientos populares y nacionales a los que algunos opinadores consideran parte esencial de la democracia; y suplica que no se tuitee multidudinaria y tumultuosamente para que lo corran de cualquier parte en que se gane la vida emitiendo sus opiniones, aun si parece culpable de esnobismo. Aunque le interesa y aun le gusta un extenso muestrario de música popular (los boleros cuando no se pasan de cursis, las canciones rancheras cuando no son demasiado chillonas y los sones mariachis cuando los metales no estrangulan las cuerdas), el cronista, sencillamente, no sabía quién era "Juanga", y cree que esa ignorancia confesa (aunque no enarbolada) lo exime de castigo, pues para él no siempre es acatable e incriticable la Vox Populi, que a veces resulta errónea y hasta siniestra, y prueba de esto (para poner únicamente dos muy significativos ejemplos) es que el pueblo alemán eligió a Hitler en las urnas electorales, y que millones de norteamericanos todavía pueden hacer a Donald Trump presidente de los United States.
Y resulta que, sin la intención de hablar del mito "Juanga" y de la no intencional ignorancia de sus canciones y sus espectáculos, el cronista ha resultado derrochando escritura alrededor del "caso".
Pero perdónesele por esta vez (y por ninguna) el error de no coincidir con un comité de salud pública llamado Vox Populi.
