
Si la competencia por la nominación presidencial se reduce a Claudia Sheinbaum y Marcelo Ebrard como afirman los sondeos, ¿qué pintan los otros cuatro nombres que se incluirán en la encuesta?, ¿son meramente testimoniales o afectan de alguna manera el resultado? O dicho de otra forma, ¿a cuál de los dos contendientes perjudica o beneficia que Adán Augusto López, Ricardo Monreal, Gerardo Fernández Noroña y Manuel Velasco obtengan algunos simpatizantes? Recordemos que el reparto de los votos entre los seis candidatos será a suma cero, es decir, lo que gane uno lo pierde otro (o lo deja de ganar otro), porque el número de encuestados será determinado de antemano. Los “sufragios” que obtenga Monreal no le alcanzarán para ganar la elección, pero es un voto que de no haber estado él en la boleta habría sido captado por otro: ¿Claudia o Marcelo? Probablemente el segundo. Pero la misma pregunta puede hacerse para los restantes acompañantes, con resultados distintos.
Esto no escapó a los organizadores, desde luego. El casting para integrar la lista de aspirantes fue una operación cuidadosa. Hay claras evidencias de una estrategia destinada a encontrar algunos equilibrios. Por ejemplo, se asume que las candidaturas de Adán Augusto López y de Fernández Noroña le disputan a Claudia el voto eminentemente obradorista: el primero por su procedencia tabasqueña y su identidad con AMLO, el segundo por su adscripción a las corrientes de izquierda. Ambos atributos son justamente los fuertes de Sheinbaum y, por lo mismo, al presentarse otras alternativas con estos rasgos, le restan algunos votos a la puntera. En otras palabras, los simpatizantes obradoristas habrán de dividirse entre estos tres. Todo lo cual lleva a preguntarse cuál es la lógica de Palacio Nacional para haber apoyado la candidatura de Adán Augusto López hasta estas alturas. Se entendía que hace un año podía ser un plan B en caso de que por alguna razón se desplomara la ventaja de Claudia, pero al no suceder, en este momento el ex secretario de Gobernación es el principal obstáculo en las aspiraciones de ella para superar a Marcelo. Entre más votos obtengan Adán Augusto y Fernández Noroña más disminuyen las posibilidades de la ex jefa de gobierno.
De allí la necesidad en la que se vió la dirigencia de Morena para restablecer equilibrios y ponerle la misma competencia a Ebrard. Las inclusiones de Ricardo Monreal y de Manuel Velasco intentan producir el mismo efecto, pero del lado opuesto. Se recordará que en febrero el partido planteó su primera versión de la ruta para elegir candidato y se habló de una consulta abierta de la cual saldrían cuatro finalistas. El problema es que eso habría dejado en ventaja a Marcelo, porque los otros tres presumiblemente habrían sido Sheinbaum, Adán Augusto y Fernández Noroña. Es decir, tres para repartirse el voto obradorista y Ebrard todo lo demás. Como se sabe, la encuesta será aplicada a población abierta para incluir simpatizantes de todas las corrientes e incluso ciudadanos sin interés político. Si los niveles de aprobación de AMLO rondan en torno al 60% de la población, podría asumirse que la mayoría de ella votaría por los candidatos de esta filiación, es decir los tres mencionados antes. Y presumiblemente, la mayor parte del 40% restante optaría por la opción menos “obradorista” del menú ofrecido por Morena, es decir, Ebrard. Por consiguiente, había que fraccionar o diversificar esta parte del menú. Por ello es que súbitamente fue reincorporado a la escena Ricardo Monreal, a quien se le había dado trato de apestado desde mediados del sexenio, cuando Palacio juzgó que había jugado en contra de Morena en las elecciones de Ciudad de México. López Obrador nunca lo mencionó entre la lista de las corcholatas y las aspiraciones presidenciales del zacatecano se consideraban muertas. Pero se le reintegró a partir de marzo y para mayo ya era parte de la familia. Imposible saber cuántos votos obtendrá Monreal en la encuesta de agosto, pero se entiende que la mayor parte de los que reciba podrían haber favorecido a Ebrard.
Sin embargo, faltaba otro más para conseguir cierto equilibrio. Monreal no compensaba del todo el efecto erosionador que Adán Augusto y Fernández Noroña provocan en Sheinbaum. No sé si la tardía y extraña incorporación de Manuel Velasco lo consigue, pero al menos cubre el expediente. Más allá de lo forzado que resulta que un líder del Partido Verde dispute la nominación a la presidencia por Morena, la presencia de otra figura no obradorista, joven y fotogénica, distraerá algunos votos que a falta de otra cosa podrían haberse destinado a Ebrard.
Todo este reparto de presuntos equilibrios supone valoraciones sobre el impacto de cada uno de los seis. Solo al final sabremos si la presencia de estos cuatro distractores terminaron modificando la batalla, que en realidad nunca ha sido otra que dos distintas versiones de continuidad con cambio que ofrecen Claudia y Marcelo.
Por último, hay que señalar que en esta búsqueda de equilibrios fue advertida hasta muy tarde la desproporcionada composición de género (cinco hombres y una mujer). Un descuido, intencional o no, que favorece a Claudia sin duda, porque los muchos o pocos que definan su voto en atención a la posibilidad real de tener por vez primera una presidenta, solo tendrán una opción. Parece algo menor, pero para muchos ciudadanos despolitizados, ese matiz puede ser suficiente. Quizá por ello Yeidckol Polevnsky, ex presidenta de Morena y contraria a las corrientes que apoyan a Claudia, intentó darse de alta tardíamente en la lista de aspirantes a participar en la encuesta, opción que fue denegada por el partido de manera inmediata.
En suma, dos verdaderos contendientes y cuatro gregarios, como se dice en ciclismo, que están no tanto para ayudar a un líder, sino para perjudicar al rival. Veremos su impacto real en unas cuantas semanas.