Por un pequeño reinado pasó un sabio que resolvía todos los enigmas que se le plantearan. El rey, quien era un hombre de gran temperamento, lo mandó llamar y le pidió que le diera la fórmula para la felicidad.
El sabio se retiró un tiempo, luego volvió al reino y le regaló al rey un anillo y la consigna de que leyera la inscripción interna grabada en el anillo en los momentos de mayor euforia y éxito, así como en los momentos de mayor amargura, derrota y depresión.
La gente notaba que el rey en sus mejores y peores momentos miraba su anillo y leía la inscripción interna, y que al paso del tiempo esa costumbre lo transformaba en un hombre más sabio y justo, con mayor capacidad de gobernar.
Trascendió que en la inscripción interna del anillo del rey había solamente tres palabras. Cuando murió el rey, todos quisieron saber cuál era la inscripción que había transformado la historia del rey y, de alguna manera, la de ellos también. En la parte interna del anillo encontraron escritas estas palabras: “Esto también pasará”.
Palabras que en los momentos de mayor euforia y triunfo significaban para el rey la posibilidad de poner los pies en la tierra, y en los momentos de dolor se transformaban en un símbolo de esperanza. En unos y en otros momentos le significaron la posibilidad de mirar hacia adentro y, desde el sentido del éxito interno, la ansiada fórmula de la felicidad. Autor anónimo.
Amigo lector: la mente es como un espejo de agua, cuando está agitada nos impide ver el entorno, todo se hace incierto y confuso; pero al retornar la calma, nos permite observar claramente el fondo y su contenido.
Aprendamos a ser ecuánimes, a conservar el ánimo ante cualquier circunstancia, la calma frente a la tempestad y la claridad de juicio en los momentos más obscuros. Permanezcamos abiertos, menos sabios en la opinión propia y más dispuestos a escuchar la opinión ajena.
Ecuanimidad es la uniformidad del ánimo ante el dolor y el placer, el triunfo y la derrota, el elogio y el insulto. Es precisión, cordura, equilibrio e imparcialidad... La visión equilibrada que pone las cosas en su lugar y permite asumir lo inevitable sin que el ánimo se turbe.
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