
Tengo mala memoria para los nombres de las personas. Muchas veces me encuentro a alguien en la calle que me saluda con familiaridad; recuerdo su cara, pero no su nombre. Surge así el momento incómodo de no poder responder a su: “¿qué onda, Combe? ¿Cómo has estado?” más que con un genérico “muy bien, ¿y tú? Qué bien encontrarnos”. Simplemente, el módulo de memoria para los nombres y relacionarlos con caras no me lo instalaron cuando nací. Recuerdo a Superman en las caricaturas y su visión de rayos X que le permitía ver a través de las paredes y anticiparse a lo que iba a pasar. ¿Y si el futuro fuera así? ¿Qué pasaría si no tuviera que recordar los nombres porque “alguien” me los recuerda de manera automática? Me urge un copiloto así. Probablemente no tenga que esperar tanto.
El futuro de los superhumanos, donde nuestras capacidades aumentan gracias al uso de las máquinas, comenzó hace tiempo. El software es mejor que el hardware, pero esta revolución ya empezó. Para los que no me creen: ¿hace cuánto que no tienen que memorizar un número telefónico o hacer una cuenta sin el uso de la calculadora de su celular? Sin embargo, la interacción que tenemos en la actualidad con las máquinas (hardware) es muy mala y se quedó atrás en comparación con los programas (software). Aún tenemos que sacar nuestro celular, grabar en el teléfono o ingresar la multiplicación y esperar el resultado.
¿Cuál es el camino mediante el cual se logra la simbiosis de los humanos con las máquinas? Muchos creen que es con el auge de la inteligencia artificial, pero no sirve de nada tener estas computadoras superinteligentes si la relación que tenemos con ellas sigue siendo manual, a través de teclados y tan lenta como es actualmente.
La inteligencia artificial ya despegó (software), la interacción de ésta con los humanos no (hardware). Para llegar a millones de personas y habilitar a los “superhumanos”, necesitamos que los dispositivos emparejen sus capacidades con la velocidad que han alcanzado los nuevos programas basados en inteligencia artificial.
Va a ser un camino muy lento, pero los términos de realidad aumentada (AR), realidad mixta (MR) y realidad virtual (VR), cada vez serán más comunes. ¿Qué son cada uno y por qué son importantes?
— Realidad aumentada (AR): ver el mundo físico, pero con una capa de elementos digitales.
— Realidad mixta (MR): ver el mundo físico con elementos digitales con los que puedo interactuar.
— Realidad Virtual (VR): un mundo digital completamente inmersivo.
La semana pasada fue la primera en la que vimos algo de lo que puede ser el futuro y se da esta fusión. Después de mucha especulación y tiempo de espera, Apple anunció sus gafas Apple Vision Pro, mediante las cuales se puede interactuar con elementos digitales y mezclarlos con la realidad. Dentro de los videos de demostración vimos a humanos trabajando con pantallas digitales al mismo tiempo que tienen una visión del mundo y pueden mover con sus manos los objetos digitales. Estas gafas también tienen la capacidad de leer la retina y las reacciones del usuario para anticiparse a lo que va a pedir.
Vendrán muchos cambios rápidos y constantes. Las mejoras serán casi imperceptibles. Cada año un nuevo modelo, una nueva versión con apenas algo mejor que el anterior. Pequeños cambios uno encima del otro hace que se transformen vidas, así funciona el interés compuesto. En un par de décadas, voltearemos a ver esta primera generación de las Apple Vision Pro o de los Google Oculus y nos dará una combinación de ternura e inocencia ver cómo fue el primer paso. La siguiente generación deberá ser de lentes tradicionales y nos transformaremos en una especie de Harry Potters cibernéticos, donde los lentes serán nuestra computadora y a través de ella veremos al mundo. Por último, y no muchos años después, la transición será a lentes de contacto integrados con procesamiento de datos y realidad aumentada. Estos lentes nos darán menús con data interminable sobre el mundo real. Quién es esa persona, cuándo fue la última vez que la vi, la historia detrás de cualquier monumento, imágenes grabadas de momentos superpuestas sobre las mismas realidades, direcciones para llegar a cierta parte, identificación de productos con sus características y calcular las calorías que tiene la comida que vamos a comer con solo verla a través de nuestros lentes de contacto. Las posibilidades son infinitas.
La parte de la audición y voz funcionará de manera similar. En la actualidad, el audio está creciendo al permitirnos hacer otras actividades mientras estamos en contacto con nuestras computadoras, ya sea para la lectura de libros, escuchar un podcast o estar en una llamada telefónica. En el futuro hablaremos con nuestros teléfonos, los cuales se transformarán en “agentes” a nuestra disposición. Tendremos un agente para hacer reservaciones de restaurantes, viajes o para la cita con el peluquero. Tendremos una relación con nuestra supercomputadora (que dejará de ser en forma de teléfono) y estará a nuestro servicio para pedir el súper, comprar un regalo o pedir información sobre cualquier tema que queramos saber. Esta coordinación de voz con audio creará una intimidad con la supercomputadora mediante conversaciones. Los teclados desaparecerán. ¿Para qué escribir cuando puedo platicar?
No sé si llegarán los rayos X de Superman con los que soñé de niño. Probablemente todos jugamos a ver a través de las paredes y combatir a los malos, pero sí llegará esta integración con la tecnología que nos volverá superhumanos. Tendremos memoria infinita y recordaremos todo gracias a los lentes. Tendremos conversaciones con el procesador que serán interactivas y cada vez a una mayor velocidad. Nunca más estaremos solos. Seremos parte humanos y parte máquinas.
Este futuro deberá estar a unos 15 o 20 años de distancia. Recordemos que el crecimiento es exponencial para el avance tecnológico. En 2040, cuando volvamos la vista a 2023, pensaremos en lo inocente y lo arcaico que era nuestro pensamiento sobre las capacidades y lo que pensábamos eran los límites.