Cultura

Dos trenes

Alfredo San Juan
Alfredo San Juan

Oscuro. Silencio. Poca luz entra por ambos extremos, pero no sabemos dónde estamos. Cuando nuestros ojos se empiezan a acostumbrar vemos a lo lejos un punto por el que entra luz. Del otro lado hay otro punto idéntico. Nos damos cuenta que estamos dentro de un túnel con una sola vía de tren. A diferencia de la tensa calma dentro del túnel, afuera todo es ruido, movimiento y caos. De un lado de la montaña una locomotora a toda velocidad con su máquina haciendo ruido mientras acelera y saca vapor gris oscuro que se pierde entre las nubes. Del otro lado se repite la imagen y otra locomotora también acelera el paso furiosamente. Ninguno de los maquinistas se ha dado cuenta de que la distancia se acorta y que el choque es inminente. 

Una maquina representa la población envejeciendo. La otra, los gobiernos y los sistemas de pensiones. La oscuridad, calma e inacción representan nuestro presente. ¿Por qué si el choque es inminente nadie hace nada?

Los sistemas de pensiones fueron diseñados durante 1930 con la introducción del “Social Security Act” en EU, lo que influenció los sistemas en otras partes del mundo (en esa época la esperanza de vida en EU era de 60 años), por lo que los sistemas de pensiones cubrían solo a una parte de la población y por pocos años. Bajo estas condiciones se basó el diseño para establecer la edad de retiro a los 60-67 años (rangos actuales por sistema y país). En estos años, mientras que la edad para jubilarse no ha cambiado en la gran mayoría de los países, la esperanza de vida que ha subido hasta alcanzar 80-85 años.

Esta población que envejece se convierte en un doble efecto: adicional a solicitar pensiones, también representa menos recaudación de impuestos. Con menos personas dentro de la base laboral, los impuestos serán menores y el ingreso de los gobiernos también.

Los trenes van en direcciones opuestas. El choque se va a dar, las interrogantes son: 1) ¿cuándo van a reaccionar los gobiernos y tomar alguna medida? 2) ¿cuáles medidas o soluciones podemos pensar?

¿Cuándo van a reaccionar los gobiernos y poner medidas? Cada vez mayor proporción del presupuesto de los gobiernos se va al sistema de pensiones y beneficios a la población más desprotegida (pobres y adultos mayores). En México el presupuesto 2024 destinó 23% a pensiones, lo que representa cerca de 5% del PIB y casi 7% cuando se consideran los programas sociales. Con un déficit público de también 5% se puede simplificar diciendo que se está estatizando el pasivo de pensiones y volviéndolo deuda gubernamental. Esto no es sostenible y menos en el largo plazo. Como cualquier empresa sabe, endeudarse para gasto nunca acaba bien.

Imprimir más dinero o endeudarse puede ser la decisión más atractiva de corto plazo para los gobiernos. Involucra el menor costo político, compra tiempo y busca que a la población se le olvide esta disyuntiva, pero no cambia la realidad. Los trenes no se detienen. Poco a poco se irá acumulando presión hasta que termine siendo una bola de nieve con efecto en devaluación e inflación (derivado del mayor circulante) y un gobierno más endeudado y con menos campo de acción para invertir en lo que le genere valor al país a largo plazo.

¿Cuáles medidas o soluciones podemos pensar? 1. La más fácil es cambiar la edad de jubilación. Subirla a 80 años, o mejor aún, volverla un objetivo variable dependiendo de la esperanza de vida del país. Esto es poco popular y difícilmente alguien tomará el costo político. Pregúntenle a Emmanuel Macron por los disturbios sociales de este año en Francia cuando intentó cambiar la edad legal de jubilación de 62 a 64 años.

2. Cambiar de un sistema de beneficios definidos a uno de contribuciones definidas para toda la población. Esto son las Afore para el sector privado, pero aún hay muchos sistemas antiguos donde siguen beneficios definidos independientemente de lo contribuido o ahorrado, así como los sistemas de varias entidades gubernamentales. Las pensiones de las Afore no son suficientes y esto no resuelve el problema social.

3. Aumentar los impuestos a la población con un mayor poder adquisitivo. El déficit se puede cerrar por mayores ingresos o menores gastos. Los gastos no van a bajar, por lo que la única solución será aumentar impuestos y comenzar una cacería de brujas a los contribuyentes actuales. Es más fácil aumentar recaudación de los ya fiscalizados que ampliar la base de contribuyentes.

El panorama no es fácil. Los trenes van a chocar. Debemos aún esperar para ver que tanto se actúa antes del choque y por cuál costo político deciden los gobernantes ir: i) cambiar la edad de retiro y el descontento de la población o ii) aumentar los impuestos a las empresas, personas físicas y a las herencias con el efecto de alienación con los empresarios. Probablemente terminemos con una combinación de las dos, así como un mayor déficit, lo cual implica un futuro caótico.

El choque de los trenes es la tormenta perfecta. Durante el choque, por un lado, los empresarios son atacados y perseguidos para que paguen más, mientras que socialmente hay demostraciones públicas (similar a Francia 2023 o Chile 2018-2020), y los gobiernos operan al límite del presupuesto con nula inversión al irse todo a gasto social. El choque es ruidoso: trae crisis, inflación, mayores impuestos, freno a la economía y descontento social.

La única pregunta y variable que aquí queda es si va a dar tiempo para que la tecnología, mediante una mayor productividad, pueda contrarrestar los efectos negativos y crear una nueva vía de tren para que no se choque.

Solo el tiempo lo dirá, pero de momento el panorama es gris, un gris oscuro.


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Jorge Combe
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  • Cofundador de DD3
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