Todos los políticos elegidos por elección popular, tuvieron que haber hecho campaña, encaminados principalmente a la clase social más vulnerable e influenciable. Personas carentes de lo más elemental, gente que clama ser atendida en un hospital digno, donde lejos de ver recuperarse a sus seres queridos, los ven morir poco a poco, por falta de medicamentos, aparatos médicos, instrumental necesario, quirófanos óptimos, que debiera poseer la clínica, pero nunca llegaron los recursos, porque se desviaron al patrimonio de algún político corrupto y sátrapa, o como sucedió en Veracruz, donde las quimios era agua salina.
Los políticos cuando están en campaña, ven y sienten la pobreza y las necesidades del pueblo, ven y oyen (más no escuchan, ni observan) a la gente ofendida, con hambre y con angustia de no saber qué futuro les dejarán a sus hijos, pues el sistema educativo público y los maestros que lo forman, está muy por debajo de los estándares elementales.
En campaña algunos políticos pronuncian discursos embaucadores, son simuladores profesionales, hacen sentir al pueblo que ellos son la solución a sus penurias, que ellos mismos provocaron, con tanta corrupción y simulación, prometen empleo, infraestructura urbana, parques, escuelas y hospitales dignos, se dicen ofendidos al ser testigos presenciales del abandono en que viven. Se comprometen encarcelar y hacer pagar a los corruptos causantes de tanta infamia contra su pueblo, y al llegar el momento de gobernar, se despojan la piel de oveja que utilizaron en campaña y aparece el verdadero lobo despiadado que llevan dentro, volviendo a abusar del pueblo ingenuo.
Es muy cruel y vil, que después de ser testigos presenciales de la imperiosa necesidad de la gente, todavía se atrevan a robar descaradamente vía el erario y licitaciones amañadas. No se conforman con robar poquito, (que es lo mismo que robar muchito)
¡No! Ellos se van a lo grande, para mantener sus mansiones aquí y en el extranjero, casas de campo, carros de lujo, aviones privados, yates, excéntricas comidas y vinos de finas cosechas, su vida cambia radicalmente de un simple ciudadano a un monarca sexenal, donde su ego, indiferencia y prepotencia los aleja del pueblo que los llevó al poder.
Pero para poder llevar a cabo su plan de desfalco al erario, se necesita la complicidad del congreso, que son los que autorizan en última instancia los mega fraudes, que en confabulación con los proveedores -cómplices- de la iniciativa privada, consuman su atraco alterando descaradamente hasta cinco veces más los presupuestos de las obras, como hospitales, escuelas, infraestructura urbana, insumos, disfrazando su farsa con licitaciones amañadas. Es por eso que más que robo o peculado, es una traición al pueblo y a la patria.
Son crímenes de lesa humanidad, mismos que nunca prescriben.