Un portón doble que ocupa el ancho total de la fachada se encuentra abierto de par en par. Una construcción austera con muros de block y una techumbre metálica alberga una plancha de concreto que es utilizada como área de mesas.
Los éxitos populares del momento a un volumen moderado ambientan el galerón que luce repleto de gente sentada platicando y comiendo. No importa que la banqueta sea angosta pues el simple gesto de abrirse a la ciudad genera un efecto aspiradora que aprovecha la porosidad de su fachada para tener una circulación continua de peatones.
Es importante aclarar que su condición de edificio abierto funciona perfectamente por la gran calidad de su platillo estrella: Tacos al vapor. Seguramente la descripción mamona que hago del lugar podrá resultar chocante para muchos pero esos son los ejemplos de dinámica barrial que da gusto encontrarse sobre todo por que en ellos no intervino ningún arquitecto ni urbanista. Son producto de lo espontaneo que sucede en las calles y basan su éxito en valores que debería acompañar sobre todo a las construcciones que se ubican en zonas densas como el centro de la ciudad. No se si llamarle restaurant por que me parece corto para un ejemplo de vida en comunidad, espacio público y confianza vecinal.
Uno atraviesa el vano de acceso casi sin notar que ya entró al lugar. Normalmente hay una numerosa fila de hambrientos comensales en la entrada esperando su turno para pasar frente a un triciclo en el que se aprecian las humeantes ollas de los tacos que después de ser servidos, son bañados con papas y mole, una delicia. Luego, ya con plato en mano, se busca lugar en alguna mesa. Seguramente la experiencia se compartirá con desconocidos a los que habrá que pedir una servilleta o tendremos que entregar el salero. Lo público y lo privado se tocan amablemente.
Después de estar en ese mundo plural y luego de haber degustado ese tesoro de la cultura gastronómica de Gómez, uno se acerca a pagar lo que comió, sin notas ni meseros, solo así, con la confianza de saber que nadie se va sin pagar. En ese pedacito de ciudad se ponen en práctica valores comunitarios que a veces olvidamos. Lo público, lo privado, el comercio local, la comunidad y la confianza son posibles en “Los Jaimitos”.
@jorgeruvao