
La foto que ilustra este artículo circula por las redes sociales: el famoso trío compartiendo mesa: Joplin risueña, Hendrix pasmado y un Morrison empalidecido, ya con un robusto halo de cadaverina.
Consulté el origen de esta foto tan morbosa al ChatGPT. En 22 segundos este prodigio de la IA rastreó en el sitio de verificación de datos AAP FactCheck, y dictaminó que se trata de una imagen falsa. Para empezar encontró la composición que sirvió de plantilla para esta foto, en la que el karateka Bruce Lee, no muy risueño, ocupa el lugar de Janis Joplin.
Además de esto, el GPT dice que la imagen es un montaje por otros motivos, no tan evidentes para un ojo con inteligencia natural: “Bordes irregulares”, “diferencias notables en iluminación, enfoque y calidad tonal entre cada figura y el fondo”, más el curioso letrero en hebreo, que aparece encima de ellos.
El GPT dice que la foto fue hecha (ya sabemos que no, que es falsa) en Israel, “posiblemente Tel Aviv” y que “no hay evidencia histórica de que Morrison, Hendrix y Joplin hayan estado juntos en Israel, ni al mismo tiempo ni por separado”.
El GPT establece el punto geográfico de la fotografía a partir de los letreros en hebreo, pero bien podrían estar en el barrio judío de París, o en el de Nueva York, donde si podrían haber coincidido los tres.
Más allá de la ciudad en la que están la imagen parece contundentemente falsa. La IA impide, a estas alturas del siglo XXI, que nos tomen el pelo con esta fotografía pero, con la misma facilidad que desvela el truco, podría plantar evidencias en la memoria colectiva digital, para hacernos creer que el trío sí que estuvo conviviendo en una mesa en Tel Aviv: un recorte de periódico, un boleto de avión, la factura de un cuarto de hotel, un clip en Super-8, etcétera.
Lo que pasó ya no existe, lo que queda es la evidencia de que eso pasó, y esta la podría sembrar fácilmente la IA, que después de todo fue creada por la inteligencia natural que, desde que el mundo es mundo, no ha tenido ningún reparo en falsear la historia y manipular la realidad. La IA no es mala ni buena: es nuestro reflejo.