“Al menos estamos aquí, podemos competir. El mundo está sufriendo en general. No nos podemos quejar, solo debes agradecer… Creo que somos gente privilegiada en este momento, al tener la oportunidad de seguir haciendo nuestro trabajo”, declaró en reciente entrevista a CNN Rafael Nadal desde Melbourne, donde la cuarentena obligatoria de 14 días para los tenistas que llegaron para participar en el primer Grand Slam del año concluyó este viernes.
Fueron dos semanas de críticas, pero se logró. Si bien la mayoría de los jugadores, entre ellos los de alto perfil como Serena Williams, Djokovic y Nadal, tuvieron la oportunidad de salir de su habitación solo para entrenar hasta cinco horas al día en Adelaide, otros 72 jugadores en Melbourne no contaron con esa libertad, debido a algunos casos positivos en tres de los 17 vuelos chárter a Melbourne.
Esto podría implicar una desventaja en la preparación de cara al torneo que arranca el 8 de febrero. Si bien se llevarán a cabo torneos que sirven de calentamiento la próxima semana, se entiende la queja. Pero como dice Nadal, hay que tener una perspectiva más amplia de lo que sucede. La gente sigue muriendo, sufriendo y más allá de que los tenistas perteneciendo a un deporte élite estén acostumbrados a otro tipo de trato y privilegios, hoy necesitan humildad.
La comodidad para la sociedad este último año ha pasado a segundo plano. La suspensión de cinco meses del tour en 2020 afectó económicamente a varios jugadores de bajo ranking, así que de no jugar, a poderlo hacer bajo estrictas medidas de seguridad que ellos mismos aceptaron para poder viajar a Australia, me parece deja claro la inclinación de la balanza. El país sede ha sido un ejemplo a seguir por como detuvo la propagación de la pandemia, con solo 909 muertes y menos de 29 mil contagiados, aunque la región de Victoria donde se celebra la competición fue la más afectada.
Nick Kyrgios, quien durante la pandemia se ha vuelto un crítico moral hacia sus colegas que no respetan las medidas, como lo fue con Djokovic por organizar el Adria Tour, aplaude el protocolo de su país: “La salud y seguridad siempre va primero a mis ojos. Al final solo es un torneo de tenis el que estamos jugando y no creo que deba ir por encima de los protocolos de salud y poner la vida de la gente en riesgo”. Residentes de Melbourne tuvieron que estar en estricto aislamiento por 111 días, es un insulto para ellos que algunos tenistas hagan berrinche y no tomen en cuenta el sacrificio que se hizo para hoy ser una nación con panorama alentador.
Djokovic, cabeza de la Asociación de Jugadores, fue blanco de críticas después de que le pidiera en una carta al CEO de Tennis Australia una lista de medidas para reducir las restricciones de los jugadores. Su intención fue buena, pero fue por supuesto rechazada. Ahora llega el momento de disfrutar el deporte y dejaremos de hablar de quejas de un sector que es privilegiado.